
Suecia: El país de la diferencia de géneros

Desde que me mudé a Suecia, me dedico a conocer y aprender más sobre el mercado sueco del libro, que incluye leer las investigaciones divulgadas y escribir artículos sobre ellas. Esta semana he publicado un largo análisis del Förlagsstatistiken 2018, un informe anual organizado por la Asociación Sueca de Editoriales (Svenska Förläggareföreningen – SvF). El informe, por otra parte, sería el equivalente sueco al «Panorama de la Edición Española de Libros». Pero lo que me sorprendió al analizar el informe nórdico fue descubrir que Suecia está lejos de ser el paraíso de la igualdad de géneros, al menos en lo que se refiere al mercado editorial. No vale la pena traducir todo el estudio, ya que hay detalles allí poco interesantes para el mercado en español, pero el tema de los géneros merece ser compartido. La investigación sueca, que se enfoca solo en la facturación de libros de interés general de las editoriales afiliadas a la SvF, clasifica las ventas por género y esto trae revelaciones muy interesantes que resumo aquí, con la ayuda de algunos gráficos. En primer lugar, es importante entender cómo los canales de ventas se han comportado a lo largo de los últimos años para contextualizar los términos abordados aquí. Ver el gráfico debajo: Es notoria —en el gráfico anterior— la caída de la participación de las librerías físicas, de los distribuidores y de los clubes del libro; mientras que crece la participación de las tiendas virtuales y de los minoristas digitales (estos serían básicamente las plataformas de audiolibros y suscripción). A título explicativo, hasta 2014 los minoristas digitales se incluían en la categoría de «Otros minoristas», por eso la línea de puntos. (Acceda a mi artículo ¿Qué pasa en Suecia, el reino de Storytel? para saber más sobre el crecimiento del formato de audio en el país de Stieg Larsson). Obviamente, las tendencias de crecimiento y caída de los canales están directamente relacionadas con los cambios de soporte por los que los libros han pasado. En este sentido, el gráfico siguiente es bastante interesante: Como se observa, son explícitos el crecimiento en la participación de los audiolibros y la caída de los libros físicos a partir de 2015. Esto no significa necesariamente que se vendan menos libros impresos. Al final, estamos hablando de participaciones porcentuales, es posible que el crecimiento generado por el surgimiento del formato audio sea lo suficientemente grande para compensar posibles canibalizaciones. Pero esto es tema para otra columna. Por ahora, es más interesante mostrar aquí cómo estas tendencias dependen del género en cuestión. La ficción, no ficción y la literatura infantojuvenil se comportan de manera muy diferente en lo que se refiere al crecimiento y caída de los diferentes soportes del libro. Veamos los gráficos de ficción y no ficción abajo: En estos gráficos, queda muy claro que mientras el crecimiento de la participación de los audiolibros en los ingresos de ficción es bastante acentuado en Suecia; no sucede lo mismo en no ficción que, sorprendentemente, parece no verse afectada al menos hasta ahora —siempre es posible que este género pase por un efecto retardado—. La literatura infantojuvenil se encuentra entre los dos extremos, este gráfico puede ser observado en el artículo original. Utilizando ahora solo los datos de 2018, tenemos más un gráfico donde la diferencia de géneros queda explícita: Como el gráfico muestra, mientras que alrededor del 92% de los ingresos de no ficción de los editores suecos provienen de la comercialización de libros físicos, no ocurre lo mismo en ficción, donde los audiolibros digitales ya representan el 36% y los libros físicos «solo» el 57% de las ventas. Otro gráfico en el artículo original muestra que las ventas de libros digitales en 2018 se distribuyeron de la siguiente forma: el 73,4% eran libros de ficción, el 14,4% eran títulos infantojuveniles y solo el 12,2% eran obras de no ficción, mientras que los géneros se mostraron más equilibrados en las ventas de libros impresos. Se concluye que, mientras Suecia es el paraíso de la igualdad de géneros en lo que se refiere a la equiparación entre hombres y mujeres —“Aquí en Suecia no tiene esta historia de cosas de niño y niña”, grita mi hijo Lorenzo desde lo alto de sus nueve años y de sus botas lilas— lo mismo no ocurre entre los géneros literarios. En este último caso, el género hace toda diferencia y recibe tratamiento diferenciado en el mercado sueco de libros. Menos mal, ¿no?