
¿Se puede sentir un flechazo de amor al corregir textos?

Para celebrar el Día de San Valentín hemos aclarado un interrogante muy especial con dos profesionales de la corrección de textos.
Hoy celebramos San Valentín. Te has despertado y una notificación en el móvil te avisaba, has escuchado alguna cuña en la radio, has visto algún post en Instagram o has recibido un regalo inesperado. En un día en el que el amor pulula por el aire y atendiendo al sector que cubrimos diariamente, nos hemos hecho una pregunta: ¿se habrán enamorado los correctores de alguno de los libros con los que han trabajado? Para salir de dudas, le hemos preguntado a dos correctoras cuál es el libro del que se han enamorado al corregir o con cuál han sentido un flechazo de amor.
«El amor, más que por un texto, es por las palabras y todas sus posibilidades.»
Ella Suárez, correctora en Correcta Asociación de Correctores de Textos de Colombia
«Desde hace muchos años, al leer El amor en los tiempos del cólera, de Gabriel García Márquez, se quedó para siempre en mi memoria la frase: «El corazón tiene más cuartos
que un hotel de putas», y en el caso particular respecto a la pregunta ¿de qué libro te has enamorado al corregir y por qué?, no puedo más que responder que en mi corazón no ha habido un único y definitivo libro corregido, menos aún una película, obra literaria o montaje teatral.
En realidad, en cuanto a este trabajo —la mayoría con textos académicos—, he tenido varios amores en el mismo año o ninguno en un mes. Ahora tengo en mente dos: Medicina del dolor y cuidado paliativo (2022) y Emma Araújo de Vallejo. Su trabajo por el arte, la memoria, la educación y los museos (2015). No pueden ser más dispares. Del primero me «enamoré», porque me hizo comprender cuán ignorantes somos sobre nuestras concepciones al final de la vida y qué es lo que requerimos, incluso cómo sobrellevarla. Y más allá de lo técnico que es y de todos los ajustes que introduje, supe que hay otros pocos humanos que están intentando, con muy pocos recursos, ser una luz en un sendero que para nadie es agradable.
En cuanto al segundo, mi «amor» viene de haber no solo trabajado en el texto de la trayectoria de una mujer como pocas, sino de haberla tratado en vivo, de haberla escuchado y haber compartido puntos de vista. Con ella, nuestros años de diferencia no se sentían. Además, no solo ayudé a pulir el bosquejo de su vida, sino que aprendí sobre un tema que siempre me ha parecido intrigante y cautivador: la museología. Y, como leen, podría seguir enumerando textos diversos, pero ricos en sus temáticas, la mayor parte de las veces alejadas de las lectura que prefiero para mi tiempo libre».
María del Pilar Cobo, correctora, editora y lexicógrafa miembro de la Asociación de Correctores de Textos del Ecuador (Acorte)
«Cuando lees para corregir un texto, sabes que requieres efectuar una lectura pausada, consciente, detallada, en la que abarques todos los resquicios. No es lo mismo leer por trabajo que leer por placer, pero, afortunadamente, a veces ambos se juntan. Si bien al corregir sabes que debes establecer cierta distancia entre el texto y tú, porque con apasionamientos no funciona la cosa, pasa que te encuentras textos que no puedes dejar de apreciar particularmente, con los que es difícil no apasionarse. A veces se trata de una historia que atrapa y está tan bien contada que no puedes dejar de leer y te olvidas de que estás trabajando. Otras veces son ensayos cuyo tema es tan interesante y tan novedoso, que los lees de corrido para apoderarte de todo el conocimiento. También pasa que te enfrentas con algo desconocido pero tan apasionante, que agradeces el trabajo que tienes.
No puedo decir que me haya «enamorado» de un texto que he corregido, pero sí pienso en algunos que me han resultado especiales y me ha gustado muchísimo trabajar con/en/para ellos. Aquí nombraré tres, de autores ecuatorianos. El primero, Ciudad Diamantina. El tatuador, es una historia de ficción enfocada en un público juvenil. En ella, el personaje principal emprende un viaje para encontrar su propio destino. El texto, de Andrés Paredes, está tan bien contado, que en un momento, mientras lo corregía, tuve que dejar de hacerlo y terminar de leer la historia. Luego, cuando ya supe el final, seguí corrigiendo. El segundo texto es Piratas en Galápagos (1680-1720), de Sebastián Donoso. Este es un ensayo apasionante que recorre las leyendas y las historias de piratas en las Islas Encantadas. Cuando lo corregí me sentí transportada; también decidí dejar de trabajar para leerlo hasta el final y luego retomar el trabajo.
El último libro es parte de una colección de tres, titulada DisTinta mirada, que recorre las letras y las historias de diversas mujeres ecuatorianas, muchas de ellas ignoradas o poco conocidas. De los tres textos de la colección, el que más disfruté fue el de Escritoras y políticas ecuatorianas, de Magdalena Venegas y Ximena Flores. Lo que más me gustó fue descubrir muchas voces de las que nunca había escuchado, e identificarme con varias de ellas. Tuve la sensación, mientras corregía este texto, de que estaba trabajando con una joya.
En realidad, si bien estos son tres libros que me han gustado de manera especial, creo que ese enamoramiento definitivo es el que siento por la corrección, por mi trabajo, por la suerte de poder vivir de lo que me gusta. El amor, más que por un texto, es por las palabras y todas sus posibilidades».
¡Feliz día de San Valentín para todos!