
Falta de lectores en México y crisis de la industria editorial, por Zenker

Hoy Alejandro Zenker reflexiona sobre la lectura. La falta de lectores en México y la crisis de la industria editorial: crecer de la rebanada al pastel entero…
La crisis de la industria editorial en México no se deriva tan solo de la pandemia. Se trata de una enfermedad crónica que nos flagela. Constantemente, cuando se habla del bajo índice de lectura en México, se hace referencia a añejos datos de dudosa procedencia. Supuestamente, en el país la población leía alrededor de 2.8 libros al año según un añejo ejercicio estadístico. De acuerdo con el INEGI, la cantidad habría subido a 3.7 ejemplares en promedio (Fuente: INEGI. Módulo sobre Lectura 2016 a 2021). En todo caso sabemos que gran parte de la población no lee libros, por lo que el «promedio» sería aún más bajo. ¿Por qué es esto importante? Porque para que la industria editorial en México logre un crecimiento sustancial, necesitamos a) aumentar el número de lectores reales en el país y b) aprender a exportar nuestra producción. Hablemos, hoy, del primer punto.
Al decir que en México carecemos de ejercicios estadísticos fiables, hablamos de una carencia en todos los ámbitos, incluso el de las librerías. El INEGI hablaba de la existencia de 2700 librerías y 7,427 bibliotecas en el 2018. En realidad, las cifras más optimistas en el medio suponían la existencia de entre 1400 y 1200 librerías antes de la pandemia. Cualquier cifra que demos por buena pone de manifiesto, de cualquier manera, una terrible carencia de espacios libreros en el país, gran parte de los cuales, además, están en crisis. Como la mayor parte de las librerías están concentradas en las grandes ciudades, no hay ni siquiera una librería por municipio (en México hay 2,471 municipios, que son la división administrativa de las entidades federativas del país). En suma, los libros no están al alcance de gran parte de la población. Esto vale aún si consideramos las poco menos de 7,500 bibliotecas en todo el territorio nacional, muchas de ellas con un acervo paupérrimo. Por tanto, podemos afirmar que la población mexicana no solo no tiene acceso a la bibliodiversidad, sino ni siquiera al libro. De allí que todas las campañas impulsadas tanto por el gobierno como por entidades privadas hayan estado condenadas al fracaso.
Hasta ahora, todos los esfuerzos de la industria editorial, tanto nacional como transnacional, han estado orientados a «comerse» ese pequeño segmento de la población mexicana que lee particularmente libros. Es decir, no a crecer ese segmento, sino a luchar por conquistarlo. Por eso, nuestra industria no florece. Por el contrario, enfrentada hoy a la competencia de las grandes plataformas de transmisión que ofrecen contenido en línea, tipo Netflix, Amazon Prime, Disney y Apple TV, probablemente ha decrecido. Así pues, tenemos una población muy grande, de casi 130 millones de habitantes (126 según el INEGI), y un número raquítico de librerías y de bibliotecas. ¿Qué necesitamos hacer para romper este círculo vicioso? Industria editorial, sociedad civil y gobierno deberíamos estar inmersos en una gran cruzada por acercar a la población a la lectura. Pero si no tienen libros a su alcance… ¿Cómo hacerlo?
Los emprendedores no se aventuran a abrir librerías allí donde no hay lectores; y lectores como no lectores necesitan tener los libros a la mano. Ese mismo panorama flagela a gran parte de América Latina, donde los que crecen son los gigantes del comercio electrónico, como Amazon y Mercado Libre, mientras muchas librerías de barrio desaparecen mientras, otras, buscan abrazar el comercio electrónico y el trabajo colaborativo para sobrevivir, como lo hace, en México, la Red de Librerías Independientes (RELI) con su portal.
Lamentablemente, en nuestro país el fomento de la lectura, y por tanto la multiplicación de librerías y bibliotecas, no está en el radar del actual gobierno. Impulsar libro y lectura queda, por tanto, enteramente en manos de la industria editorial y de la sociedad civil a menos que logremos convencer a sectores gubernamentales de la importancia estratégica de impulsar el libro y la lectura en el país. Para hacerlo, tenemos muchas herramientas. ¿Qué hace falta para hacer uso de ellas? Voluntad política. En esas estamos.
Alejandro Zenker es el director general de Solar Servicios Editoriales, Ediciones del Ermitaño y Librería del Ermitaño. También publica la revista Quehacer Editorial desde la cual invita a quien se atreva a plasmar de manera más extensa sus reflexiones sobre el libro y la lectura.