
Qué está sucediendo en la industria editorial argentina I

La crisis del 2001 marcó un antes y un después en la historia de Argentina. Tanto es así que si el conflicto que se vive es grave, cualquier habitante de Argentina recordará esa época y temerá que eso vuelva a suceder. El fantasma de aquel momento está de vuelta con la crisis financiera que el estado argentino está viviendo. Editores, distribuidores y libreros opinan sobre la situación actual en un año electoral. En los últimos años, los libros empezaron a competir con nuevos actores: apareció el streaming y las redes sociales cobraron relevancia. Desde Netflix y Amazon Prime hasta Spotify y TikTok. Estos nuevos actores compiten por la atención del usuario y, también, del lector. Todos quieren su mirada, su consumo. En el 2012 se hizo muy fuerte la discusión sobre el EPUB versus el papel. Se creía que el libro digital reemplazaría al libro, pero aún parece no haberlo logrado. El Ateneo Gran Splendid | © Leonardo Neto Además de competir con nuevos soportes y nuevos modos de presentar y consumir el contenido, la industria editorial argentina, especialmente en papel, desde hace tres años, vive un importante descenso en la venta de libros. Enfrenta dos problemas: la baja rentabilidad y la disminución de las ventas causadas por una inflación que crece producto de una economía inestable. Hay distintas opiniones que responden al gobierno actual (el de Mauricio Macri que se inició en el 2015) y otras al anterior (Néstor y Cristina Kirchner, 2003 al 2015). En números, el panorama no parece alentador. Del 2017 al 2018 la tirada bajó en 20 millones de ejemplares. «Desde el 2016 al 2018, Planeta publicó 200 títulos nuevos menos para no perder puestos de trabajo, como pasó en otro grupo, que echaron a 40 personas. Decidimos ahorrar ese dinero para garantizar la continuidad editorial junto con Gastón Etchegaray. Sabemos que echar a alguien en el medio de esta crisis es condenarlo. Adonde vayas: presentaciones, entrevistas, te piden laburo», explica Ignacio Iraola, el director editorial del grupo Planeta en Argentina. Para Christian Rainone, director general de Editorial Guadal – El gato de hojalata: «La situación de la industria editorial no es buena. Además de sumarse la problemática del propio negocio, se suma la baja de consumo causada por la crisis argentina y una economía imprevisible en cuanto a los precios y el valor de la moneda. En ventas de unidades este año será peor que el año pasado. A nivel económico si la editorial hizo ajustes de estructura, quizás, pueda disminuir sus pérdidas o dar una pequeña ganancia, siempre y cuando no dependa del mercado financiero ya que las altas tasas quitan toda rentabilidad». Cualquier industria depende del contexto en el que esté inmersa. Y, en general, cuando una parte de esa industria enfrenta problemas, lo hace también toda la cadena. En el caso del libro, no solo las editoriales se ven afectadas: autores, imprentas, distribuidores y libreros también se ven perjudicados. «Las editoriales y el mercado, en general, no pueden ser ajenas a la situación económica en general. La industria editorial está con dificultades propias de cualquier retail: aumento de costos y caída en las ventas. No veo ventajas en la situación actual», suma Jorge González, el director comercial del Grupo ILHSA. «Durante las crisis lo primero que se deja de comprar son libros y son lo último que se vuelve a comprar cuando se recompone la situación. Estamos atravesando una recesión de casi cuatro años, que se profundiza y el escenario no mejora. En el camino han quedado librerías, editoriales e imprentas. Se ha destruido el trabajo de generaciones. Y hay muchos trabajadores en la calle», explica Francisco Gorostiaga, editor a cargo de la Editorial Urano. En su último Reporte Económico Mundial (WEO), que publicó el Fondo Monetario Internacional el martes 9 de abril, estimó que la economía argentina caerá 1,2 % este año y proyectó una suba del desempleo hasta el 9,9 %. «La situación de la industria editorial ha venido en franco descenso desde el año 2015 a la fecha. Si bien es una industria que, como tantas otras, no escapa a la crisis general del país, padece en forma particular un desinterés absoluto del estado que pareciera prescindir de la misma. El principal insumo, el papel, es un producto dolarizado y monopolizado manejado por un puñado de empresas que deciden el precio más allá de los vaivenes del dólar. Hemos llegado a un punto que determinados libros no se pueden imprimir. Libros que no pueden ser reemplazados por otros formatos (libros álbum, pop-up, etc.)», desarrolla Gabriela Pérez, directora editorial de Riderchail. El aumento del papel ha sido del 100 % en los últimos años. Según el WEO Argentina ocupa el 6° lugar en el ranking mundial de inflación. El FMI estima para este año una inflación del 30,5 % mientras que distintas consultoras independientes indican que llegará al 40 %. Además, en Argentina es un año de elecciones. Mauricio Macri puede seguir su mandato o terminarlo. «Prevemos que será un año complicado debido a la situación económica y a la incertidumbre que genera todo proceso electoral en nuestro país», explica Stella Maris Rozas, gerente general del Grupo Claridad. La historia de la industria editorial indica que ante una crisis las empresas frenan la inversión. Pero en este mercado las editoriales son grandes monopolios, medianas empresas o empresas autogestivas. Entonces, aparecen distintas maneras de obrar. Julia Ariza, editora de Fiordo | © cortesíaLa crisis del 2001«No está cuantificada la crisis. La industria está muy golpeada y esto hace que no se pueda llegar a una recuperación total una vez que pase. También veo que es un momento impresionante para las editoriales independientes como La Bestia Equilátera, Caleta Olivia, Caja Negra, con creatividad y a nivel talento. Si bien no probas tanto como en una época de bonanza, desde Planeta veo que las editoriales independientes arriesgan mucho con autores nuevos como lo hizo Godot con el libro de Cheever», explica Iraola. Ricardo Romero, autor y editor de Gárgola Ediciones, suma: «En un momento de crisis, las editoriales independientes tenemos mayor capacidad de movimiento y adaptación. Podemos acomodar nuestra producción, somos «livianos», y podemos también ir a buscar al lector que todavía está, que insiste a pesar de todo. Eso hace que mientras las grandes editoriales se retraen, uno siga arriesgando y adquiera, tal vez, mayor visibilidad». Hay voces contrapuestas. «La verdad es que los márgenes, que ya en el rubro son chicos, se han achicado visiblemente y eso impide que editoriales como las nuestras crezcan, y que editoriales más consolidadas mantengan sus estructuras», cuenta Julia Ariza, editora de Fiordo. Y, agrega: «No veo ventajas. Esa idea de que Argentina se vuelve creativa en tiempos de crisis y que la cultura argentina florece en contextos de dificultad me parece mistificante. Me hubiera gustado mucho que nuestro esfuerzo, trabajo, talento y creatividad dieran la plenitud de frutos que pueden dar gracias a un contexto que los favorece, no que tengamos que suplir la crisis con ellos». Alejo Carbonell | © Cortesia Desde la editorial cordobesa, Caballo Negro, también vislumbran un panorama negativo: «Lo económico, en todas sus variantes, ya es demoledor, pero también se está generando una situación de la que será difícil salir por años. Estamos publicando menos títulos, con menos tiradas, y muy a pesar nuestro nos vemos obligados a ser más conservadores a la hora de elegir qué publicar. Eso, y el riesgo de que se rompa el hábito de leer y comprar libros para un montón de gente, además, se empobrece mucho la posibilidad de leer autores nuevos, literatura experimental, etc.», explica Alejo Carbonell, dueño y editor. «Con Compañía Naviera Ilimitada empezamos a publicar en junio de 2018. Todos los presupuestos y proyecciones que habíamos elaborado un año antes, tuvimos que rehacerlos. Sobre todo por la fuerte devaluación de agosto. Y la inflación anual más alta que cualquier estimación. Las ventas vienen cayendo hace cuatro años. El aumento de los precios de los libros no puede acompañar la inflación. Con la consiguiente pérdida de rentabilidad. La situación afecta a todas las editoriales, desde los grupos multinacionales hasta las pequeñas editoriales autogestivas”, sigue Andrés Beláustegui, de Compañía Naviera Ilimitada. «Cuando bajan las ventas, baja la rentabilidad y no hay acceso al crédito, todo esto configura un cóctel explosivo para la industria. Para este año estimamos una nueva baja en las ventas respecto al año anterior con el consecuente agravamiento de la situación actual», desarrolla Alejo Ávila, director de la editorial Del Naranjo.Continúe leyendo este gran reportaje en los siguientes enlacesQue está sucediendo en la industria editorial argentina II Qué está sucediendo en la industria editorial argentina III Qué está sucediendo en la industria editorial argentina IV