
Naomi Wolf o la importancia de un editor y de un corrector

El 23 de mayo, la autora Naomi Wolf se enteró, en plena entrevista radiofónica en la BBC, de que su nuevo libro Outrages: Sex, Censorship, and the Criminalization of Love (Houghton Mifflin Harcourt, 2019) contiene graves errores debido a la malinterpretación por parte de la autora del término legal del siglo XIX deathrecorded. Su ensayo parte de la idea de que fue la Ley de Publicaciones Obscenas de 1857 la que “creó la homofobia” y cambió la idea de “normalidad” y “desviación”. Uno de los principales reclamos del libro, donde se cuentan casos como los de los escritores Walt Whitman o John Addington Symonds, son “las decenas de hombres ejecutados” en virtud de dicha ley. Pero el periodista Matthew Sweet ha sacado de su error a Wolf en vivo y en directo explicándole que el término “permitía a los jueces abstenerse de pronunciar una sentencia de muerte sobre cualquier condenado a muerte a quien consideraran un sujeto apto para ser indultado”. Sweet proporcionó pruebas históricas de que uno de los ejemplos que Wolf utiliza, Thomas Silver, no fue, de hecho, ejecutado. Resulta cuando menos curioso que el término que Wolf creyó que se refería a “ejecutados” signifique justamente lo contrario: indultados. Además, este no es el único error, pues como también advirtió Sweet, sodomy no significa, como ella dice, “homosexualidad”, sino “abuso sexual infantil”. Wolf agradeció en Twitter a Sweet sus correcciones. La autora, además, comentó a la audiencia que se daba cita en el Hay Festival de Gales para la presentación de su libro, que había “dos errores en este libro, en las páginas 71 y 72. Guarden sus ejemplares porque serán objetos de colección, ya que no estarán en la próxima impresión de la obra”. No obstante, Sweet identificó otros casos en los que cree que Wolf malinterpretó los registros históricos. “Mi respetuosa conclusión es que existen sólidos argumentos para eliminar casi todo el material extraído de los registros de Old Bailey. Su prueba es demasiado débil para apoyar la tesis que defiende el libro y, en varios casos, la contradice”. Un representante de la editorial, tras conocerse estos errores, manifestó que “a pesar de este desafortunado error, creemos que la tesis general del libro Outrages sigue siendo válida. Estamos discutiendo las correcciones con la autora”. Además, al consultarles sobre si tienen algún sistema de control o de corrección de los contenidos, los responsables del sello dijeron que no, que es una tarea que recae en los autores y que tienen confianza en ellos; algo que en el caso de Wolf parece peligroso ya que, incluso el libro que le dio la fama, El mito de la belleza (publicado en España por Salamandra y actualmente descatalogado), ha sido tachado de ser una investigación descuidada. El caso de la consultora de Bill Clinton y Al Gore debiera hacernos reflexionar sobre la importancia en nuestra industria de perfiles como el lector profesional, el editor y el corrector. Y, sobre todo, caer en la cuenta de que, en nuestro mercado, aunque se prioricen las ventas, una cara conocida en la portada no es sinónimo de éxito.