
Los vecinos de Neuquén se movilizan para salvar una librería

El pasado 31 de diciembre en la página de Facebook de la librería argentina Libracos podíamos ver un vídeo en el que Santiago Rivas, hijo de los propietarios de la librería afirma: «queremos decirles que lamentablemente no estamos seguros de que haya un 2021 para Libracos». Y continuaba explicando las razones del más que probable cierre del establecimiento. «La crisis de estos años agravada por la pandemia nos ha golpeado muy duro y no nos está quedado mucha opción más que liquidar nuestros libros para pagarle al personal y a nuestro proveedores». Sin embargo, todo ha cambiado en muy pocos días. Este 6 de enero, en el mismo lugar donde pudimos ver el vídeo que anunciaba el cierre de otra librería argentina, podemos leer un mensaje muy distinto «GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS!! Entre todos nos están ayudando muchísimo, el horizonte ha cambiado drásticamente y tenemos un panorama muy esperanzador. Perdonen por no responder los mensajes, tenemos más de 1200 Whatsapp sin responder y muchísimas consultas a través de las redes, no nos damos abasto. Estamos atendiendo continuamente en el local y no alcanzamos a contestarles, les pedimos mil disculpas. Estamos muy felices y muy agradecidos con todas las muestras de cariño y de apoyo. Gracias a la paciencia de los que están haciendo fila afuera del local aguantando horas para entrar, no se imaginan lo agradecidos que estamos. LIBRACOS NO CIERRA GRACIAS A USTEDES. Seguiremos con ofertas hasta el 15 de enero, pero después de esa fecha no cerraremos nuestras puertas. ¡Gracias de todo corazón! Las y los queremos mucho» Y es que los lectores de Neuquén se han desplazado hasta el establecimiento situado en Corrientes 282 para mediante sus compras salvar la librería fundada hace 47 años por Marta Echeverría. Este tipo de movimientos espontáneos para salvar espacios culturales los solemos ver en las noticias y normalmente en ciudades estadounidenses. Resulta cuanto menos esperanzador ver como los argentinos y argentinas, al mismo tiempo que aumentan sus bibliotecas y se disponen a disfrutar de la lectura, han salvado del cierre a una librería histórica, otro negocio más abocado a la desaparición por causa de la crisis y de la pandemia.