Seleccionar página

Libros de lectura obligatoria

Libros de lectura obligatoria

Las vuelta al cole está, valga la redundancia a la vuelta de la esquina. Llega el momento de armarse de paciencia e ir revisando las listas que traen los pequeños con el material que hay que llevar. Más allá de los libros de texto que, dependiendo de la edad del alumno y del centro educativo al que acuda, en muchos casos han sido sustituidos por tabletas digitales, solemos encontrar otro listado de libros al que, personalmente, tengo aversión: los libros de lectura obligatoria.  Sí, que me perdonen Eduardo Mendoza, Gabriel García Márquez, Ana María Matute, Becquer, Cervantes, o Lorca por citar algunos de los autores que suelen aparecer en esos listados. No es su culpa aparecer en ellos y, por supuesto, reconozco que sus obras atesoran una grandísima calidad literaria y son altamente recomendables, pero unir su obra a la obligación me parece desmedido.

Se supone, que, a través de esas lecturas obligatorias, los estudiantes conocerán diversos géneros literarios, la historia de la literatura en español y, sobre todo, lo más importante, arraigará y crecerá en ellos el amor por la lectura. ¿Seguro? No pretendo enmendarle la plana a ningún profesor de literatura, ni descreditarle, pero sí deberíamos empezar a diferenciar muy claramente lo que es enseñar literatura de lo que es fomentar la lectura. Y, entiéndanme, aunque mi adolescencia quede ya bastante atrás, aún hoy, la palabra «obligatorio» despierta en mi, más ganas de olvidar que de aprender.

«Este trimestre vamos a leer El Quijote» , era una de las frases que más temíamos en mi escuela cuando nos acercábamos a los 14 años. E incluso rezábamos porque nos tocará el profesor que solo hacía leerse el primer volumen. Las películas de La Regenta volaban de mano en mano y se sudaba la gota gorda para poder hacer un trabajo sobre el Romancero Gitano de Lorca, ya que los que encontrabas por una, aún incipiente, internet, eran tan complejos que te costaba más entenderlos que intentar hacerlos tú. Porque claro, la lectura, al ser obligatoria, no era una lectura lúdica, leías los libros para demostrar que los habías leído. Poco importaba qué te hubiera gustado o no, lo que realmente importaba es que tú, hubieras cumplido con tu deber y pudieras responder quién le ofrece a Sancho Panza la ínsula barataria. Y quizá sea cosa mía, pero ¿recuerdan si alguna vez les preguntaron si les gustó aquel libro de la lista de lecturas obligatorias?

Creo firmemente que, en el ámbito educativo, bien sea como padres o como maestros, pecamos de no escuchar a los adolescentes. Sí, es cierto que queremos lo mejor para ellos, pero nos olvidamos de que, seguramente también quisieron lo mejor para nosotros y la mayoría de las veces no coincidía con aquello que a nosotros nos gustaba. La semana pasada, echando un vistazo a la lista de más vendidos de Publishnews-Nielsen España, me sorprendía al encontrar en los tres primeros lugares de la lista de Infantil-Juvenil a tres libros juveniles. Es decir, libros que seguramente fueron los chicos y chicas quienes los pidieron, libros que, a diferencia de los infantiles suelen ser comprados por iniciativa del joven lector, libros que serán leídos con gusto, por ocio, en lugar de ver una serie en Netflix o de jugar una partida con la videoconsola. Libros que no son de lectura obligatoria. Además, en este caso, las autoras de estas tres obras ya acarreaban miles de seguidores en la plataforma para escritores y lectores Wattpad.

Ojalá encontrarme con una lista de lectura obligatoria pronto en la que no exista ningún título, simplemente géneros: ficción, poesía, cómic… Ojalá permitir a esos jóvenes el placer adulto de decidir en la página 35 que un libro no te gusta y arrinconarlo en la estantería a la espera de encontrar un mejor momento para darle una segunda oportunidad. ¿No lo han hecho? Para mi la lectura es sinónimo de placer, y les prometo que no voy a andar penando con un libro que me cuesta esfuerzo leer, que no consigue engancharme… Tengo una amplia lista de libros arrinconados, comprados con toda la ilusión del mundo. Ojalá un profesor pueda encontrarse con trabajos, resúmenes, opiniones… de libros de los que él aún no había escuchado hablar. Ojalá descubrir junto a los jóvenes una nueva manera de enamorarse de la literatura, personalizada, en la que cada libro encuentra su lector y cada lector busca su libro para andar un camino que, una vez comenzado, es difícil detener.

Si queremos crear lectores no podemos cargar a la lectura de atributos negativos porque, sin duda, leer es uno de los mayores ejercicios de libertad que tenemos a nuestro alcance. ¿Recuerdan como se enamoraron de la lectura? Yo sí, en una biblioteca, el buffet libre de los libros, en el que la bibliotecaria me guiaba: ¿Qué te gusta? ¿Eres más de aventuras o detectives? ¿Te gustan los dragones?… Y sí, llevando libros de tres en tres a casa me devoré todo el canon holmesiano, los libros de Eduardo Mendoza o la bibliografía completa de Irvine Welsh. Poco a poco, al principio sobre seguro, si te gustaba un libro de un autor, leías otro, si te enamorabas de un personaje buscabas completar la saga… Hasta que un día, sin saber muy bien cómo, te encuentras en una librería y le preguntas al librero, si tiene alguna obra similar a aquellas que te encantan y tu universo lector se expande aún más.

 

Sobre el Autor

Deja una respuesta