
Libro de la semana: «Un papel en el mundo» de Carlos Fortea

Carlos Fortea plantea su libro partiendo de una base: «¿Sigue siendo necesario contar historias, escribir poemas, especular acerca de la vida y la muerte, o lo que queda no es más que un espacio en la industria del entretenimiento?»
Es frecuente oír lamentos entre los escritores respecto a la pérdida del viejo estatus de la literatura… ¿Tienen los autores algún papel relevante en el mundo? ¿Les queda todavía alguna función que cumplir? Esas y otras preguntas son las que plantea Carlos Fortea y a las que intenta dar respuesta en este texto acerca del lugar al que aspiran los autores literarios. ¿Sigue siendo necesario contar historias, escribir poemas, especular acerca de la vida y la muerte, o lo que queda no es más que un espacio en la industria del entretenimiento?
Un papel en el mundo trata de recorrer la historia y el presente de los sucesores de Sherezade para saber si la vida aún depende de sus invenciones, como la de la narradora de Las mil y una noches, o si con el supuesto declive del soporte papel se marchan quienes durante tanto tiempo escribieron en él. Si, como en las montañas rusas, después del lento ascenso llega el momento previo a despeñarse por una cuesta abajo…
«Lo de la buena o mala literatura es un debate carente de interés. Literatura es lo que se escribe con intención de serlo, y con que sea ‘buena’ para un solo lector ya es buena literatura. Lo demás es competición».
A la batería de preguntas que ya plantea la sinopsis hemos querido añadirle unas cuantas más y Carlos Fortea, su autor, nos ha compartido unas respuestas que son para reflexionar:
Tal y como empieza la sinopsis de tu libro es frecuente escuchar a algunos autores hablar sobre la pérdida del viejo estatus de la literatura. ¿Crees que hay cierto esnobismo heredado en esto? ¿Hay buena o mala literatura?
Ja, ja, no había pensado en lo del esnobismo. No, creo que es un dato objetivo que la literatura ha perdido lo que podríamos llamar ‘peso social’, y es a eso a lo que se refieren los escritores. Lo que a mí me preocupa es saber por qué no conformarse con las explicaciones fáciles, la competencia de las redes, todas esas cosas que se han convertido en frases hechas. Los cambios profundos responden a causas profundas.
Lo de la buena o mala literatura es un debate carente de interés. Literatura es lo que se escribe con intención de serlo, y con que sea ‘buena’ para un solo lector ya es buena literatura. Lo demás es competición.
Hay autores actuales que están escribiendo sobre temas contemporáneos que sirven como refugio para muchas generaciones. ¿Es pronto para decir que la función de los autores se ha acabado?
Yo estoy convencido de que no se ha acabado y no se va a acabar. La creación literaria es consustancial al ser humano. Necesitamos escuchar historias, conmovernos con poemas, reflexionar en voz alta. Lo que ha cambiado es la presencia pública de la literatura. Su papel. Por eso me pregunto cuál es el lugar de los escritores.
¿Quién crees que puede recibir con los brazos abiertos este libro?
Espero que mucha gente… Yo diría que todos los que hacemos nuestro el adjetivo de letraheridos y de letraheridas. Las escritoras y los escritores y quienes quieren serlo, los lectores que aprecian la literatura y a los escritores, no es un libro con un destinatario expreso, es un libro para lectores, porque leer ya es interesarse por la escritura.
¿Cuál es, a tu parecer el futuro de los libros?
Los libros han dado forma a la vida desde tiempo inmemorial, y van a seguir haciéndolo, de eso no me cabe ninguna duda. Es preciso eludir algunos riesgos: muy especialmente el riesgo de abandonar el soporte físico para depositar ideas en una ‘nube’ que puede desaparecer de golpe tragándoselas todas. Cada ejemplar físico que ‘vive’ en una casa vive en el mundo. Cuántos más ejemplares rueden por ahí, más pervivirá la literatura.
Sobre Carlos Fortea
Carlos Fortea nació en Madrid en 1963, ha sido profesor de traducción en la Universidad de Salamanca y lo es actualmente en la Universidad Complutense de Madrid. Es autor de las novelas juveniles Impresión bajo sospecha (2009, reedición en 2022), El diablo en Madrid (2012), El comendador de las sombras (2013) y A tumba abierta (2016); de las novelas para público adulto Los jugadores (2015), finalista del Premio Espartaco de la Semana Negra de Gijón, y El mal y el tiempo (2017), y traductor de más de 150 títulos de literatura alemana. Por su traducción de la biografía Kafka (2018), de Reiner Stach, obtuvo el Premio Ángel Crespo, y por la de la novela Todo en vano, de Walter Kempowski, el Premio Esther Benítez correspondiente a 2021.