
«Las librerías sirven de oxígeno social e intelectual al confinamiento»

Jesús TruebaLa librería madrileña La Buena Vida, premio librería cultural 2018, no ha dejado de atender a sus clientes a pesar del cierre debido a la crisis del coronavirus. La Buena Vida atiende cada día los pedidos que llegan a su web. En Publishnews charlamos con Jesús Trueba, propietario y librero de este establecimiento situado en pleno corazón de Madrid. Ante el coronavirus, ¿cómo cree que se verá afectado el mercado del libro? ¿Cuáles áreas o compañías sufrirán más? Como en cualquier sector, las consecuencias de esta crisis son totalmente impredecibles porque no hay precedentes. Lo que te puedo asegurar es que el tejido de las librerías independientes tiene un grado de exposición al riesgo muy alto porque por un lado estamos muy atomizadas y pasamos por debajo del radar de muchas políticas públicas y por el otro nos afectan todos los grandes problemas económicos: la gentrificación y el boom inmobiliario, la crisis del comercio de cercanía y del retail tradicional, el escaso margen y el poder de negociación. Como librero, ¿qué crees que tú y la Librería La Buena Vida podéis hacer para minimizar las pérdidas? Nos consideramos un servicio público y como tal nos posicionamos junto a un comercio de barrio que asegura una forma de vida y de interacción social en nuestras comunidades. Sus problemas son los nuestros. Hemos potenciado nuestra competitividad en el mercado electrónico, nuestros servicios y actividades, pero nada se puede hacer en una competencia desigual con multinacionales que no pagan ni un tercio del porcentaje de impuestos que nosotros pagamos con gusto para colaborar con los servicios sociales públicos. ¿Qué crees que significará el coronavirus para el mercado del libro digital? ¿Puede crear un desequilibrio respecto al libro físico? El libro digital sigue sin despegar. Sigue siendo una expectativa. En mercados más evolucionados incluso se ha reducido. No quiero hablar del libro digital. Es como pedirme que hable del cine. El libro en papel subvenciona buena parte de los contenidos digitales, cuyos ingresos difícilmente podrían costear las traducciones y los anticipos. Eso sí es una realidad. ¿Cómo ha afectado el virus a tu vida laboral? Hemos cerrado el local al público. Acudimos a puerta cerrada de lunes a viernes de 11 a 13 horas para responder a pedidos, hacer trabajo de mantenimiento y administrativo y sentirnos útiles. Por lo demás… ¿Qué libro recomendarías para las personas que están confinadas en sus casas? Lo que más recomendaría es que lo prueben si no lo hacen. Hay muchos más no lectores que lectores. Esta crisis es una oportunidad para que gente que nunca coge un libro descubra el poder sanatorio de mantener la concentración mental en un tema o una historia que no es la tuya e implicarte en ella. Aprender y adquirir empatía. Empezar con sesiones de lectura de 10 minutos varias veces al día. Esa es mi recomendación. Más que un libro y otro, que eso depende mucho de cada persona, sus vivencias, el momento que atraviesan. La Buena Vida sigue atendiendo a su clientela a través de internet, ¿por qué habéis tomado esta decisión? Seguimos porque entre otras cosas, el propio Estado ayudó al sector comercial en su conjunto desde hace años para que nos digitalizáramos y nosotros lo aprovechamos. Creo que hacer uso de estas herramientas ahora es lo único que podemos hacer para ayudarnos, y hacer ver a las instituciones que las ayudas tiene efectos beneficiosos en el tejido empresarial. ¿Cómo estáis gestionando todo ese proceso de cara a respetar los protocolos sanitarios? No existe ningún proceso que no sea semejante al que llevan a cabo los supermercados en las tareas de abastecimiento de alimentos. Es más, en nuestro caso, los productos no son perecederos, hay servicios mínimos y no hay contacto con el público. En Bruselas el cierre de locales no ha incluido a las librerías, lugares donde no es normal ver aglomeraciones y que sin embargo, sirven de oxígeno social e intelectual al confinamiento. ¿Entiendes que haya librerías que pudiendo dar un servicio a través de internet prefieran paralizar toda su actividad? Sí, claro. En nuestro caso hemos llegado a un acuerdo con algunos de nuestros distribuidores habituales que efectúan en sus propias instalaciones la gestión de los pedidos, minimizando las fases de la gestión de los mismos y la intervención de personas, así como optimizando los recursos disponibles disminuidos. No sería justo dejar que solo los grandes conglomerados que no pagan impuestos equivalentes en nuestro país sean los únicos que puedan operar. Si por razones sanitarias se decretara que estos servicios no se pueden dar, no tendríamos ningún problema en respetarlos, pero nadie podría darlos. ¿Qué quisieras añadir? Me parece sorprendente que en sociedades de gran tradición democrática como las europeas, en una situación como la actual puedan confinar a los ciudadanos en sus casas mediante un Real Decreto y que sin embargo, no se puedan decretar medias igualmente excepcionales para imponer retenciones de la facturación que grandes empresas tecnológicas tienen en cada uno de nuestro países. Es realmente triste y significativo.