
La traducción: condición sine qua non para la exportación de libros

Hoy Alejandro Zenker escribe sobre la exportación del libro —mexicano o no—, partiendo de la traducción como condición básica para que esto ocurra.
Dar a conocer mundialmente la creación académica, científica, tecnológica, cultural y literaria de cada país debería considerase parte de la estrategia de globalización de las naciones. Algunas lo han entendido, por lo que han creado instituciones que promueven la difusión de su producción editorial y sufragan la traducción. Fomentar esta postura tendría que constituirse en una política integral de internacionalización del libro. Aun cuando haya obras que es importante compartir en otras lenguas con el fin de vincular culturalmente a los países, en muchos casos no es posible debido a que el costo de la traducción no es rentable.
Para entender esto hay que considerar que, en la composición de los costos de todo proceso editorial, la traducción es un factor esencial. Al tratarse de un costo fijo, a mayor tiraje el gasto se diluye entre los ejemplares producidos. Sin embargo, infinidad de títulos valiosos no justifican un tiro elevado. Hoy en día, cada vez más libros se producen en tirajes pequeños. En esos casos, el importe de la traducción puede ser un impedimento para dar a conocer la obra en otras lenguas. De allí que sea vital contar con programas de apoyo a esta disciplina. Por lo general, es el país de origen de las obras el que los financia.
Durante mucho tiempo, las editoriales explotaban a los traductores pagándoles muy poco por cuartilla (en algunos países se paga por cantidad de caracteres, en otros, de palabras). El surgimiento de organizaciones nacionales (Asociación de Traductores Profesionales ATP y Asociación Mexicana de Traductores Literarios Ametli en México) e internacionales (Federación Internacional de Traductores-FIT) ha permitido dignificar la labor del traductor e imponer tarifas justas. Pero no solo eso: al considerar la traducción como una “coautoría”, en cada vez más países se está pugnando por otorgarle al traductor también un porcentaje de las regalías por la venta de libros, además del pago inicial. Todo esto hace aún más complicado financiar las traducciones sin un apoyo económico de por medio.
Según la Red Europea de Ferias del Libro, son poco más de 40 las naciones que cuentan con programas de apoyo a la traducción, algunos más amplios y ambiciosos que otros. Entre ellos me gustaría destacar, por experiencia propia, la labor del Instituto de Traducción de Literatura Coreana (KLTI) de Corea del Sur. Este país vivió un vigoroso desarrollo económico en relativamente poco tiempo. Se dio a conocer mundialmente no solo por su importancia comercial, sino también por sus expresiones culturales, música y artes marciales, por ejemplo, pero su literatura era desconocida. Tuve oportunidad de viajar en varias ocasiones a Corea. La primera vez participé en un encuentro internacional en el que analizamos precisamente los problemas inherentes a la traducción de la literatura de lenguas poco difundidas. En el mundo había pocos traductores capaces de traducir del coreano a sus lenguas maternas. De allí que crearan esos espléndidos programas de formación de traductores y de apoyo a la traducción, lo que ha arrojado muy buenos resultados, pues la literatura coreana se ha venido conociendo cada vez más en el mundo.
México
Si extrapolamos esto al caso de México, para ampliar el mercado del libro mexicano necesitamos, además de lo mencionado en artículos anteriores, crear un programa de apoyo a la traducción de obras mexicanas a otras lenguas. El que existe en la actualidad (PROTRAD) es, a todas luces, insuficiente. En suma, para ampliar el mercado del libro mexicano se requiere:
- Aumentar el número de lectores en México (la mayor parte de la población en nuestro país no lee libros).
- Aprender a exportar nuestra producción a los países hispanohablantes (un mercado de más de 580 millones de personas en el mundo).
- Traducir nuestra producción editorial para promoverla en países no hispanohablantes (un mercado inmenso que debemos aprender a explorar más).
Alejandro Zenker es el director general de Solar Servicios Editoriales, Ediciones del Ermitaño y Librería del Ermitaño. También publica la revista Quehacer Editorial desde la cual invita a quien se atreva a plasmar de manera más extensa sus reflexiones sobre el libro y la lectura.