
Escribir para niños no es cosa menor | Lorenzo Herrero

El pasado 11 de junio, el diario El País anunciaba a bombo y platillos el lanzamiento de la colección «Mi primer autor», en un artículo promocional titulado «Los mejores escritores se alían por los niños». Ante tal ocurrencia me resultaba imposible no preguntarme «¿Quiénes son los mejores escritores?» y aún más «¿Qué necesidad tienen los niños de que estos escritores se alíen por ellos?».
La primera pregunta se responde entrando a visitar los nombres que componen la colección. ¡Tranquilos! No hay ninguna gran sorpresa: además de Pérez-Reverte, coordinador de la colección, nos encontramos las grandes ventas. De Almudena Grandes a Vargas Llosa, pasando por Eduardo Mendoza, Julia Navarro, Santiago Posteguillo o Eva García Sáenz de Urturi; quince autores reconocidísimos se unen en la misión de «despertar las ganas de leer de los más pequeños». Ya está claro, los mejores escritores son aquellos que más venden… pero claro, en las listas de ficción adulta. ¿Cómo íbamos a darle la condición de autor a un tal Roberto Santiago que nadie conoce a pesar de que sus Futbolísimos sean un éxito entre los más pequeños de la casa? ¿O a Sussanna Isern y Daniela la pirata? Por no hablar de Juan Muñoz Martín y Fray Perico o el Pirata Garrapata. Claro, es que escriben para niños, para los que hemos de aliarnos, para esos niños que leen con gusto, aunque no leen lo que deben. Y aquí reside el gran problema: por un lado se encuentran los escritores y por otro los autores de literatura infantil y juvenil.
Parece ser que a algunos expertos en marketing les resulta lejano el concepto de fomento de la lectura y mucho más el de iniciación a la misma. Como padre y ávido lector si algo tengo claro es que los niños no son tontos, y que en las estanterías de las librerías hay una amplísima colección de libros maravillosos que despiertan las ganas de leer de los más pequeños. Mis hijas no saben quién es Pérez-Reverte, tampoco conocen a Hans Christian Andersen, ni falta que les hace, pero leen y les encanta que les lean. Y al igual que cuando les pongo unos dibujos en la televisión y rápidamente me quitan el mando porque no les gustan, o se quedan embobadas ante un nuevo descubrimiento en colorines, con los libros que les regalamos hay algunos que se quedan arrinconados en la estantería y otros que tengo que leer una y otra vez, noche tras noche, hasta la extenuación.
Escribir para los más pequeños de la casa es un oficio que requiere aprendizaje, gusto y arte. En la colección nos encontramos algunas excepciones como Juan Gómez-Jurado o Bernardo Atxaga, quienes con acierto podemos considerar autores de infantil. Pero no están allí por ello, sino por Reina Roja u Obabakoak. La colección, sin los nuevos añadidos, ya fue publicada en 2010 y la polémica también apareció.
Soy consciente de que muchos adultos adquirirán con El País, por 6,95 euros más, algunos de estos títulos para los niños de su casa, nietos, hijos, sobrinos… Y, no se confundan, no creo que esté mal que lo hagan, simplemente me duele en el alma que pensemos que la forma en que los niños se van a acercar a la lectura es mediante señores con sillones en la RAE o premios Nobel. El gusto por la lectura surge cuando nos cruzamos con ese libro escrito para nosotros, ese libro que es capaz de transportarnos a otros mundos, que nos pide seguir leyendo… Ese libro que habla nuestro mismo lenguaje… Sin Babar, no hubiera llegado a Fray Perico, sin Juan Muñoz Martín, no habría llegado a Serra i Fabra, y sin él, el Lazarillo de Tormes me hubiera parecido un libro escrito raro. El amor a los libros, como todo tipo de amor, se cultiva, nace, crece, hay que regarlo, ir incorporando nuevos retos, nuevas ilusiones… Y para ello, contamos con un nutridísimo grupo de autores de literatura infantil y juvenil con una calidad literaria enorme que son injustamente invisibilizados.
Mientras que en este país muchos consideren la literatura infantil como algo menor y a sus autores, aquellos que siembran el amor por la lectura en nuestros primeros años, invisibles, seguiremos preguntándonos por qué mi niño no lee. Por suerte, ese no es el caso. Las obras de literatura infantil y juvenil siguen apareciendo entre los libros más vendidos semana a semana, mes a mes, incluso por delante de algunas novedades de los «mejores escritores». Y no lo hacen por obligación curricular; el lanzamiento de un nuevo título de El diario de Greg, Los futbolísimos o Gerónimo Stilton, es siempre un verdadero acontecimiento. Y si no, que se lo digan a las librerías españolas que vieron como sus ventas se sustentaban en los primeros compases de la pandemia de la COVID-19 en los libros infantiles y juveniles.
*Este texto no refleja, necesariamente, la opinión de PublishNews.