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La importancia de juzgar un libro por su portada

La importancia de juzgar un libro por su portada

Artur Galocha: «Creo que el libro es el mejor objeto del mundo, así que tener el privilegio de hacer portadas es un regalo».


Acción Cultural Española gestiona un trabajo de divulgación sobre las letras y el sector del libro en español como antesala de todo lo que España tiene preparado como país invitado de honor en Frankfurt 2022. Recientemente, han publicado un reportaje en el que varios profesionales del diseño editorial se detienen a destacar el valor artístico de la portada de un libro.

En Publishnews estamos encantados de acercar a nuestros lectores todas aquellas entrevistas, reportajes y noticias que engrandezcan el camino a Frankfurt 2022. Por eso,  queremos hacernos eco de este viaje por las portadas de los libros.

Eric Coll, Pedro Viejo y Artur Galocha llevan años dedicándose al diseño editorial. Sus nombres están detrás de las portadas de algunos de los libros más vendidos en nuestro país. Fariña de Nacho Carretero, Simón de Miqui Otero o Sakura de Matilde Asensi son algunos de estos títulos que hemos visto infinidad de veces tras los escaparates de las librerías. Tal vez, como dice la sabiduría popular, «no hay que juzgar un libro solo por su portada», pero ¿y si nos detenemos un segundo a observarlas? ¿Qué se esconde tras este trabajo artístico?

«Creo que el libro es el mejor objeto del mundo, así que tener el privilegio de hacer portadas es un regalo», afirma Galocha, encargado de dar forma a las cubiertas de Libros del KO. Periodista de formación, ha trabajado en varias publicaciones como infografista y director de arte, cargo que ostenta actualmente en la revista Líbero. Fue en 2012, cuenta, cuando conoció a Emilio Sánchez, uno de los fundadores de esta editorial especializada en crónica periodística, y le propuso hacer un par de portadas para la colección Hooligans Ilustrados. «Les gustó y desde entonces he hecho otras cuarenta», cuenta.

De entre todas sus obras, la novela de Nacho Carretero es probablemente el trabajo por el que más se le admira. «Es la que ha tenido más recorrido y reconocimiento -reconoce-. Y Fariña me costó. Me costó encontrar una buena idea, probé muchas cosas y fallé mucho en el proceso. Pero al final das con una idea que parece obvia, que la ves desde fuera y piensas que no podía ser de otra manera. Creo que ahí está el éxito de este tipo de portadas, que el lector las vea y sienta que le hablan a él, que juegan con conceptos que ya estaban previamente en su cabeza».

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