
La editorial camino a Frankfurt: La uÑa RoTa

La uÑa RoTa, la editorial inclasificable que se fundó gracias a las 5.000 pesetas de cada uno de sus dueños y actualmente cosecha premios como el reciente Princesa de Asturias.
En este camino a Frankfurt 2022, seguimos acercándonos a editoriales que están preparándose para esta cita tan esperada. En esta ocasión, hablamos con Carlos Rod, de la editorial La uÑa RoTa, quien hace balance 26 años después de la publicación de su primer título. Rod mira con perspectiva el nacimiento de su editorial, la evolución del libro y de la lectura y todo lo que le ha aportado a él y a su equipo durante todo este tiempo: «Tengo la sensación de que los libros, más pronto o más tarde van encontrando su lugar y sus lectores a pesar o gracias a las circunstancias».
¿De dónde surge la idea de fundar la editorial?
Visto desde ahora, 26 años después de que publicáramos el primer título de la editorial, diría que esta nace de una mezcla de inconsciencia e intuición. En 1995 parte del equipo actual que conforma la editorial armamos en Segovia un fanzine que duró cuatro números, pero en lugar de números tuvo nombres, es decir, más que numerarlos decidimos nombrarlos: «Fiasco», «Gazapo», «Pingajo» y «Galleta». Todos fotocopiados, grapados e intervenidos manualmente, gratuitos, que repartíamos a manos y en bares; con textos e imágenes -dibujos y fotografías- un tanto irreverentes de autores y autoras desconocidas -la mayor parte de Segovia-. Hubo un quinto número que llegamos a montar, pero decidimos no fotocopiarlo ni difundirlo. En cambio lanzamos el rumor de que el quinto estaba rulando en la calle. Fue divertido porque hubo quien aseguró haberlo visto y leído.
Estos serían los antecedentes. Fue en 1996 cuando creamos la editorial La uÑa RoTa. Sin saber para nada cómo iba a evolucionar ni el tiempo que duraría. Teníamos veintipocos años, precarios, algunos nos acabábamos de independizar y teníamos muy poco dinero. Cada uno de los cuatro miembros puso 5000 pesetas. Esta cantidad inicial sirvió para poner en marcha la editorial, que durante varios años se fue financiando con la venta de los títulos que publicábamos.
El propósito de entonces coincide con el actual -aunque ahora con otros medios y más años encima-, y este propósito no es otro que seguir interviniendo con textos, ya sean de ficción o ensayísticos, en el espacio público, y de ser posible, de una forma que genere conversación y disenso, textos que se salgan del surco. Bueno, he dicho «espacio público» cuando debería haber dicho el «mercado, amigo». El maldito mercado.

¿Cómo definirías tu catálogo?
Aquí deberían responder quienes leen los libros que publicamos, pero intentaré dar una respuesta. Si el catálogo se contemplara en conjunto, a vista de pájaro, entonces diría que «inclasificable». Al menos eso es lo que me gustaría que fuese: un catálogo insólito, que no admitiera definición, impredecible. Si se viera de cerca, con lupa, entonces me gustaría definirlo como un laberinto con pasadizos subterráneos -que conectara los libros- donde perderse y encontrarse. Pero a saber si es así. Y a saber si conviene que sea así. Creo que fue Beckett quien dijo: «Me engaño luego existo». Pues eso.
En lo que se refiere a la edición, ¿cuál parte de la creación del libro disfrutas más?
Cuesta desmigajar un proceso que contemplamos como un proceso continuo en el que cada parte va a dar en un libro. Si tuviera que escoger uno… Disfruto especialmente el momento en que trabajamos el texto aún sin editar con la autora o el autor. A veces codo a codo en un espacio apartado y muy concentrados; otras por correo electrónico. Ese momento inicial de conversación, que puede durar días, también semanas en el que contrastamos puntos de vista y desbrozamos el texto, es estimulante. Es justo ahí cuando el libro empieza a nacer, a entreverse y surgen ideas para el formato, la maquetación, la cubierta, etc.

¿Cuál libro/libros que has publicado ha pasado injustamente desapercibido?
No sé si injustamente, habrá quien apostille que pasó justamente desapercibido, pero de entre todos tal vez escogería Regina & Celeste: una correspondencia, que podría leerse como una novela epistolar y singular por su contundencia poética, por sus formas explosivas e impertinentes que estallan en cada página, por sus reflexiones valientes, su humor irreverente, su lenguaje privado, por la vida en estado puro que contiene, pues se trata de una correspondencia real. Sus protagonistas son Celeste González -persona trans, en el libro aún en tránsito- y Regina -travesti-, ambas performers. Creo que debería haber tenido una acogida mayor a la que ha tenido y haber calado más en lo público, si bien, por otro lado, su difusión no ha estado mal del todo. Tengo la sensación de que los libros, más pronto o más tarde, van encontrando su lugar y sus lectores a pesar o gracias a las circunstancias. Desde luego, y por supuesto, este libro apenas obtuvo reseñas en los suplementos culturales, pero esto ya es lo habitual. Pasa con los libros de Juan Mayorga, recién Premio Princesa de Asturias de las Letras, de manera que te puedes figurar.
¿Y un título por el que has luchado por conseguir publicar del que te sientas especialmente orgulloso?
Cada uno de los títulos que van conformando el catálogo. Tal cual.

¿Cómo encaras el camino a Frankfurt?
Pues mira, dicen que uno de los lemas que decían los gladiadores romanos cuando salían al Coliseo era: «Sin miedo ni esperanza» (claro que en latín suena más bonito:«Nec spes nec metu»). Si entendemos Frankfurt como el Coliseo de la edición, ¿no?, podríamos decir algo parecido, aunque una vez allí ya veremos. Imponen espacios mercantiles tan grandes. Puede que para encararlo, igual tenemos que echarle un poco de descaro.