
Juan Mayorga retira el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2022

Juan Mayorga se centró en la magia de las letras para su discurso como galardonado con el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2022.
El pasado 28 de octubre, el dramaturgo, Juan Mayorga, recogió el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2022. Fue, además quien dio el primer discurso de la velada de unos galardones de prestigio internacional, iniciados en 1981, que cuentan con la princesa Leonor como presidenta de honor. Comenzó hablando de la infancia de sus hijas antes de que empezarán a leer para acabar centrándose en la magia de las letras: «No dejará de parecernos cosa de magia que las letras, esos pocos dibujos, esos pocos sonidos, puedan tanto -dijo-. Que puedan darnos tanta felicidad y hacernos tanto daño. Que puedan amenazar a una persona o enamorarla, unir a un pueblo o dividirlo, declarar una guerra o detenerla».
Desveló también su palabra favorita en la jerga teatral, que no es otra que «compañía» y finalizó compartiendo el premio con su familia y sus compañeros de profesión, despidiendosé con un «de corazón, muchas gracias».
Así comienza el discurso del Premio Princesa de Asturias de las Letras 2022:
«Un lluvioso atardecer, mi hija Raquel, entonces muy pequeña, se acercó a sus hermanos, Miguel y Beatriz, que dibujaban en una hoja blanca.
– ¿Qué hacéis?
– Las letras.
– ¿Todas?
– Todas.
Aquello fue un enorme descubrimiento para Raquel, quien no sabía leer pero sí que se escribe con letras y no imaginaba que no hubiese una cantidad infinita de ellas y menos que fuesen tan pocas. Ella ya había oído muchas palabras, y resultaba que todas podían hacerse con aquel puñado de signos. Por eso, miraba fascinada la hoja blanca, como si fuera un lugar mágico.
Y la verdad es que, si pensamos a fondo en ello, no dejará de parecernos cosa de magia que las letras, esos pocos dibujos, esos pocos sonidos, puedan tanto. Que puedan darnos tanta felicidad y hacernos tanto daño. Que puedan amenazar a una persona o enamorarla, unir a un pueblo o dividirlo, declarar una guerra o detenerla. Y que incluso se junten para formar esas frases de que solo los niños son capaces como «En la tripa de mamá viví en un castillo» o «¿Por qué las nubes se chocan todos los días con las montañas?».
Los niños todavía saben que hay un vínculo entre las letras, el juego y el milagro. Lo que me transporta a aquella tarde anterior en que Beatriz, quien entonces aún no había aprendido a escribir, estuvo, sin embargo, haciéndolo largo rato y con honda seriedad sobre otra hoja blanca que luego enseñó a Miguel para preguntarle:
– ¿Qué he puesto?
Si hoy quiero explicarme mi relación con las letras, íntima y apasionada, tengo que evocar una casa, la de mi propia infancia, en que se leía en voz alta. Y después debo, cuanto antes, hablar de mi descubrimiento del escenario, que se me apareció como un lugar no menos mágico que a la pequeña Raquel aquella hoja marcada. También el escenario, tuviese el tamaño que tuviese, era un espacio infinito. En un escenario cabía el mundo. En un escenario cabíamos todos».