Seleccionar página

Hacer que nuestros libros se vean aún en la adversidad

Hacer que nuestros libros se vean aún en la adversidad

En América Latina, quienes formamos parte de la industria editorial sabemos que este negocio es el arte de afrontar adversidades: en los países de la periferia, donde el capitalismo salvaje no es una metáfora, hacer, distribuir y vender libros es un acto insignificante, en el que nos empeñamos porque las cosas no tienen remedio, pero estamos decididos a intentar mejorarlas. Somos conscientes de que el día que nuestra industria deje de existir habrá importado realmente.

Una industria del libro sana forma parte integral y prioritaria del mecanismo con el que funciona un país de pensamiento libre: entretiene, permite intercambiar o construir criterios y ofrece reflexiones de vida que pueden derivar en cambios de actitudes o conductas.

Desde el Río Bravo hasta la Patagonia, el frágil equilibrio del ecosistema del libro en nuestra región no resistirá la presión a la que será sometido en los meses por venir, a menos que encontremos soluciones extraordinarias para este tiempo sin precedentes. Difícil saber si saldremos mejores o peores. Distintos seguro.

En México el público lector se concentra en un pequeño puñado de la población. Se calcula que existen alrededor de 300 editoriales privadas que publican unas 10 mil novedades al año. 95 % de esos editores (285) son micro o pequeñas empresas que ahora mismo agonizan, pero intentan resistir.

Las librerías padecen de veras. Las estadísticas que Bookscan Nielsen ofrece semana a semana sobre la industria del libro mexicana muestran ya una caída de 80 % en las ventas respecto al mismo periodo del año pasado. La pérdida acumulada anual, hasta ahora, ronda ya -10 % y aun está por medirse el impacto mas fuerte (las librerías cerraron definitivamente apenas el 5 de abril). Ese es el panorama del sistema circulatorio de la cadena. Si las pocas librerías que tenemos no cuentan con flujo de efectivo, el corazón de la industria se detendrá.

La pandemia rompió la burbuja y hoy el infierno somos todos. Miramos al espejo de Europa y nos enteramos de que el gobierno alemán ha puesto a disposición del sector cultural un fondo ilimitado de recursos financieros. En España, el sector amenazó con un apagón cultural y ha logrado que el gobierno atienda sus demandas. En América Latina, más allá de la apatía o desprecio por la cultura de los gobiernos en turno, la estructura de nuestros países no tiene la capacidad de ofrecernos esas posibilidades.

De todas formas, buscamos salir adelante a nuestra manera: en Paraguay se entregan ahora cestas con productos básicos a artistas y gestores culturales mientras no puedan cobrar por sus servicios. La Cámara Colombiana del Libro puso en marcha la campaña #AdoptaUnaLibrería, que aboga para que su puñado de lectores contribuya a pagar los salarios de los libreros. La Asociación de Librerías de México (ALMAC) impulsa una propuesta para que las librerías sean gravadas con una tasa de 0 % de impuestos, tal como se estipula para productos y servicios categorizados como “basicos para la población”. En México, comprar libros no graba impuestos, tener un local para venderlos, sí.

Promover la bibliodiversidad nos ayuda a todos. Paradojicamente enfrentamos el reto más grande de la industria en un momento en el que el acceso a los libros nunca ha sido más sencillo. En teoría porque vamos tarde a procesos que debimos haber revisado hace una década. Pasamos años discutiendo si había que producir ebooks o no. Luego, si había que venderlos o regalarlos. Nos enfrascamos tanto en decretar que el libro físico desaparecería, que nos pasó de largo que lo digital no era solo un formato, sino un cambio profundo en la forma en que los lectores descubren y acceden a los libros.

Quizá el modelo de negocios que ha sostenido a la industria desde los tiempos de la imprenta no podrá repararse. Buscamos soluciones pero nos cuesta trabajo pensar fuera del molde tradicional. Pocos se plantean un cambio de enfoque: desarrollar no solo estrategias comerciales sino además las estrategias de marketing digital que las acompañen, contar con un sitio web que tome en cuenta la experiencia de los usuarios, hacer campañas en redes sociales o manejar metadatos para mejorar la “descubribilidad” (discoverability).

De alguna manera, el virus arrastra a su paso nuestras reticencias. Los procesos que deliberadamente pospusimos, hoy se aceleran a fondo. La Feria del Libro Infantil de Bolonia recién lanzó su propuesta de “feria virtual”: reunir a su público tradicional en torno a una plataforma de compra y venta de derechos. La FIL Bogotá ha hecho un esfuerzo importante por mover sus actividades al terreno online. Destaca su programación de conversaciones en los Foros del Libro con un título que en estos tiempos encierra un enigma indescifrable: “El futuro del libro”.

El apagón económico amenaza con clausurar muchas de las posibilidades de nuestra industria, así que urge más que nunca agruparnos para defenderla. El esfuerzo es tan grande que es desproporcionado intentarlo solos. Recuperar el equilibro del ecosistema del libro debe ser un proyecto conjunto, todos debemos contribuir, incluidos aquellos cuyas voces no siempre son escuchadas. Nadie puede quedarse atrás.

Salvar a la cadena del libro tal como la conocemos es quizá inviable, pero repensarla para insertarla en las nuevas reglas del mercado es todavía posible. Tampoco vale de nada lamentarnos por el tiempo que perdimos por no querer implementar procesos y servicios que no supimos aprovechar. Aprender a usar herramientas digitales para ayudar a a que un lector encuentre el libro que busca está aun en nuestras manos.

Hacer y vender libros en América Latina significa enfrentar adversidades. Nada nuevo. Sobreviviremos, como hemos hecho tantas otras veces. Si algo queda en nosotros para remar a contracorriente habrá que invertirlo en transformarnos.

Carlos Rojas Urrutia es periodista y director general de MVB América Latina, un proyecto de la Feria del Libro de Frankfurt y MVB (el proveedor de herramientas para la industria del libro alemana) para implementar en América Latina soluciones e infraestructuras innovadoras para el futuro de la promoción y comercialización de libros.

Sobre el Autor

Deja una respuesta