
El libro electrónico no es sinónimo de piratería

Los datos del Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros 2018 arrojan datos muy interesantes sobre el mercado del libro digital. Unos datos por un lado esperanzadores, crece la lectura de libros en formato digital, más de uno de cada cuatro españoles ya lee libros digitales. Pero, por otro lado, otros a simple vista preocupantes para la industria, hoy el 60,9% de los lectores de libros digitales asegura descargárselos gratuitamente a través de internet frente a un 34,8% de lectores que afirma pagar por esta descarga. Del total de libros leídos en el año 2018 el 26.3% fueron libros en formato electrónico, pero de estos, solo el 21% fueron comprados por su lector. ¿Quiere decir esto que el 79% de los libros digitales que se leyeron en España se obtuvieron ilegalmente? No, pero es algo que debemos analizar. En primer lugar, deberíamos preguntarnos si los españoles que utilizan plataformas de suscripción y, por tanto, pagan por los contenidos que leen, responden que compraron el libro. Es una duda razonable, ¿qué respondería usted si le preguntaran si compró la última película que vio en su casa, aunque la hubiera visto a través de una plataforma como Netflix? El concepto de lectura y visionado por suscripción rompen la relación tradicional compra – posesión. Por supuesto que se paga por los contenidos que se disfrutan aunque no se compren. Creo que sería importante que los próximos informes incluyeran datos sobre los lectores que están suscritos a plataformas como Storytel, Kindle Unlimited o Nubico, algo que ayudaría a dismitificar que el lector digital es un lector que no compra libros. Por otro lado, nos encontramos el préstamo de libros digitales en bibliotecas. Las bibliotecas cada día tienen más recursos bibliográficos en formato digital a disposición de sus usuarios, valga como ejemplo eBiblio Madrid, el servicio de préstamo de libros electrónicos a través de Internet de la Comunidad de Madrid, que permite que cualquier socio de las bibliotecas de la Comunidad pueda coger prestados sus libros electrónicos sin siquiera pisar la biblioteca. ¿En qué parte del informe quedan recogidos los libros leídos por estos usuarios de bibliotecas? Por un lado diluidos entre el 79% de los libros digitales que no fueron comprados pero, al mismo tiempo, sus lectores se encontrarían a caballo entre el 60,9% que admite descargar libros gratuitamente y aquellos que no hayan respondido a la pregunta o hayan dicho que a través de otros medios que no son ni la compra ni la descarga gratuita. Creo importante hacer hincapié en que el concepto gratuito no es, en ningún caso, sinónimo de ilegal. Hemos visto dos de las múltiples opciones en las que esa descarga gratuita contribuye económicamente al sector editorial. Hay otras, por ejemplo, los libros que realmente son de dominio público y de acceso gratuito. Sin embargo, la piratería sigue siendo una sombra que rodea a la industria del libro electrónico. Un problema que, como podemos constatar, no es tan grande como los posibles titulares que se desprenderían de coger los datos de este Barómetro sin analizar pero que tampoco debiéramos obviar. Desde hace tiempo vemos como Gobierno y organizaciones informan del cierre de webs que alojan contenido ilegal, incluido libros y, sin embargo, cualquier persona con un poco de paciencia puede acceder al libro que desea leer de manera gratuita. Personalmente me sigo preguntando por qué muchos siguen gastando su tiempo en la búsqueda de libros por internet, en luchar con los programas de descarga evitando los anuncios intrusivos y los posibles virus, por algo que podrían obtener gratuitamente de manera segura. Les invito a que hagan un experimento, pregunten a su vecino o vecina si saben que las bibliotecas prestan libros digitales, incluidas novedades editoriales. Después pregúntenle si saben que además no hace falta ir a la biblioteca, que pueden acceder a ellos desde su ordenador. Les aseguro que la conversación de ascensor será más interesante que la clásica sobre el tiempo y, además, habrán contribuido al crecimiento del mercado editorial porque el pirata no es cojo, ni siquiera tuerto, en la mayoría de los casos solamente le falta información.