
El arte de la traducción

Adan Kovacsics: «Traducir es intuir, y a veces hasta experimentar, que existe una lengua común a todas las personas, solo por eso es posible la traducción».
Acción Cultural Española gestiona un trabajo de divulgación sobre las letras y el sector del libro en español como antesala de todo lo que España tiene preparado como país invitado de honor en Frankfurt 2022. Recientemente, han publicado un reportaje que se adentra en el mundo de la traducción.
En Publishnews estamos encantados de acercar a nuestros lectores todas aquellas entrevistas, reportajes y noticias que engrandezcan el camino a Frankfurt 2022. Por eso, queremos hacernos eco de este reportaje con motivo del Día Internacional de la Traducción.
Especialista en literatura comparada y teoría de la traducción, el filósofo George Steiner solía decir que «sin traducción habitaríamos provincias lindantes con el silencio». Desde luego, al menos, el mundo se volvería mucho más pequeño. Y es que, custodios del universo de Las mil y una noches, la Divina Comedia, los cuentos de Chéjov, Crimen y Castigo o Madame Bovary, los traductores no solo cambian el idioma de la literatura, también interpretan y nos ayudan a comprender otras épocas y otras realidades.
Cuenta Belén Santana que el último Premio de Traducción de Straelen, Adan Kovacsics, lo explicaba así: «Traducir es intuir, y a veces hasta experimentar, que existe una lengua común a todas las personas, solo por eso es posible la traducción». Docente e investigadora en la Universidad de Salamanca a ella le debemos poder leer en castellano las obras de autores alemanes clásicos como Alfred Döblin y Siegfried Lenz, o, más contemporáneos, como Ingo Schulze, Julia Franck, Saša Stanišić, Yoko Tawada o Anne Weber, entre otros. «En unos tiempos tan centrados en las etiquetas y en el yo –comparte–, me gusta pensar que los traductores somos capaces de lograr, en ocasiones, esa comunión».
Se trata, eso sí, de un compromiso «laborioso», en el que «puedes pasar horas con una frase y hasta con una palabra –añade Ana Bustelo-. Es un trabajo duro, en el que se duda mucho y se agradece enormemente la ayuda de correctores y editores». Traductora de escritoras como Penelope Fitzgerald, Elizabeth Taylor y Katherine Mansfield –aún pendiente esta última de su publicación–, confiesa que ella se considera a sí misma más editora. «La parte que más me gusta es cuando el cuerpo del texto está traducido y empieza la fase de revisión. Ese momento cuando se termina de dar forma, de pulir detalles o de adaptar con más precisión es igual de importante para un traductor que para un escritor», precisa.
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