
Editorial: Liber, la voz de una feria

Por fin una feria en persona —y virtual—. El balance es positivo, tanto por los datos que ofrece la Federación (FGEE) como en el trato con los asistentes. Antonio Martín hace balance de la edición Liber 2021 y de cómo lo digital es el primer paso para reencontrarnos cara a cara.
Del 13 al 15 se celebró en Madrid la 39ª edición de LIBER, con 8.360 visitantes. Se comentaba que no había tanta asistencia como en otros años, como no puede ser de otro modo tras la recuperación en la que estamos. Se decía que no había muchas reuniones —aunque quienes asistimos vimos mesas ocupadas y vaivén en los pasillos—. Se cuestionaba el valor de una feria presencial porque ya hay virtual —Live Connect, una excelente app y recurso ejemplar—.
El Liber es útil y más cuando es presencial. Hemos podido continuar nuestro trabajo en la distancia adelantándonos por la fuerza a un futuro que iba a llevar tarde o temprano. Y ahora que lo tenemos y demostramos que somos resilientes, necesitamos dejar la pantalla de vez en cuando para volver a ser humanos.
El Liber es necesario porque nos vemos y tratamos lo esencial, lo superfluo y lo inútil—en un guiño a Nuccio Ordine—, porque es en el cara a cara donde ganamos confianza, donde descubrimos los detalles esenciales en una conversación donde el tono y los gestos son más claros y significativos que en un chat con o sin emoticonos.
Lo digital ha ganado la partida y lo celebramos: Live Connect fue esencial el año pasado y este año se ha desempeñado como la herramienta imprescindible que deseábamos desde hace años. Pero sigue sin poder reemplazar el paseo por una feria donde cada cual muestra su mejor lado, más allá de cómo se engalana en la web.
Porque aunque desde la red lo vemos todo, no vemos nada. En una feria hay mucho trabajo previo, reuniones programadas, desprogramadas algunas, y la expectativa de una conferencia o exposición donde se marcan unas directrices que conducirá a nuevas reuniones, planes y contratos: por ejemplo, descubrir que el Pacto Social por la lectura quiere implicar al Gobierno, a las autonomías, a los ayuntamientos. María José Gálvez, la directora General del Libro y Fomento de la Lectura, ha confirmado la disposición del Ministerio «a unirse» a ese pacto por la lectura. «Queremos continuar con los trabajos de la Mesa por la lectura y el libro y del Grupo de Trabajo de fomento de la lectura que está desarrollando una estrategia que esperamos presentar pronto», como confirmó a los medios. No solo abre expectativas, sino que hay que comenzar a moverse en un territorio cuyo mejor plano está descrito en el Liber.
Por eso no vemos todo en la web. Hay que dar un paseo por la feria porque existe la serendipia, el descubrimiento casual y oportuno de un stand de impresores, que en plena crisis del papel, ya apuesta por el papel piedra, por ejemplo; o el stand del grupo Álbum (las editoriales infantil-juvenil) que muestran más movimiento e impulso que nadie, lo que nos hace pensar que la unión sigue haciendo la fuerza, y que su opinión cada vez pesa más.
Porque en la feria hay voces que no se oyen en la red. Voces que antes no se escuchaban: las de las empresas de servicios, las de los correctores y traductores, por ejemplo. Voces que hablan con orgullo por sí mismas en una feria que ha escuchado y comprendido la necesidad de incluirlas. El Liber es una feria que comprende cada vez mejor la necesidad de conformar el espacio del la industria del libro en español, que si bien no tiene el alcance de la FIL de Guadalajara (los invitados de este año), sabe el lugar que ocupa, con dignidad y dando cada vez más oportunidades. Por eso hay que ir a las ferias, para darles sentido, para participar, observar y crear juntos el hábitat que compartimos.