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Diarios de Frankfurt III. El CutreHof

Diarios de Frankfurt III. El CutreHof

Durante los próximos días Lorenzo Herrero, nos traerá en esta sección una especie de diario de a bordo de su día a día en la Feria más importante del sector editorial.

Diarios de Frankfurt III. El cutreHof

Una entrada que llega con cierto retraso ya que soy consciente de que la actualidad informativa es más importante que este diario. Esta será la última entrega en la que recogeré las impresiones del viernes con un pequeño apunte del sábado con la apertura de la feria al público general. De hecho, comenzaré con ese pequeño apunte que llamó fuertemente mi atención al mismo tiempo que me agobió.

Una feria que implica a toda la ciudad

FrankfurtMás allá de las distintas localizaciones y carteles anunciando la Feria de Frankfurt, cuando hablo de una feria que implica a toda la ciudad me refiero a que implica a todos sus habitantes. El sábado me dirigí, con un poco más de calma ya que las jornadas profesionales habían finalizado, a la Feria. No obstante, no sería más tarde las 10 de la mañana cuando pisé el recinto y lo que vi me sorprendió. oleadas de gente que habían madrugado un sábado para disfrutar de la Feria del Libro. Personas disfrazadas, estilo cosplay se hacían fotos en el espacio exterior y poblaban el espacio destinado al cómic, familias con niños, con un casco de Astérix de cartón (que entregaban en la propia feria para promocionar el nuevo libro de los irreductibles galos), devoraban su almuerzo en la zona de foodtrucks, y, por supuesto, el Hall 3.0, donde se encontraba la industria editorial alemana, junto con las empresas de audiolibro, era intransitable hasta el punto de que la seguridad del evento tuvo que organizar filas de entrada y salida.

Pero más allá de eso, algo bastante previsible por ser la más importante cita cultural de la ciudad alemana, me encantó pasar a despedirme de las delegaciones latinoamericanas y constatar con mis propios ojos como, el estand de Colombia se convertía en una demandada librería. En el ratito que estuve por allí Chabela no paró de vender libros de los que estaban en exposición y de decir a muchos que se acercaban con ganas de comprar que, precisamente, el libro que ellos querían ya estaba reservado. Para mí, Colombia fue uno de los grandes vencedores en este Frankfurt 2023 en que regresaban con estand propio a la feria.

Viernes de maletas

Volvemos al viernes para constatar que, para los profesionales, la feria es, principalmente, un evento de dos días agotadores. Al llegar al recinto uno se da cuenta rápidamente de que la Feria ha bajado una velocidad. Uno de los lugares más demandado era la consigna donde editores, agentes, y autores, iban y venían a dejar o recoger sus maletas. Incluso el LitAg, el centro de derechos, parecía mucho más calmado. No obstante, haciendo honor a la verdad, hubo un nutrido grupo de agencias que ocuparon su mesa hasta última hora de la tarde. En ese ir y venir de maletas la comidilla entre el personal de lengua española era la feria alternativa que debió crearse en el aeropuerto de Frankfurt, vuelos con retraso o cancelados debido a las grandes lluvias de Madrid el jueves, nos hacían imaginar negocios improvisados en las terminales.

Las revistas profesionales

Me da cierto reparo escribir esto, más siendo periodista, pero no dejo de preguntarme por el valor de las revistas profesionales en la Feria de Frankfurt. The Bookseller, Publishers Weekly y Publishing Perspectives, repartieron cada día un número nuevo de sus publicaciones en la feria. Azafatas y azafatos te abordaban por los pasillos para entregarte un ejemplar en el que, al menos yo, esperaba las noticias más relevantes de la feria. Sin embargo, lo que pude leer fueron publirreportajes encubiertos, entrevistas de hace meses, noticias prefabricadas, junto con algún artículo o reportaje de calidad. Me llamó mucho la atención encontrarme en Publishing Perspectives algunos artículos hablando de la importancia de la presencia de países árabes como Sharjah en el mercado editorial y en la feria en particular. Un fail en toda regla que dirían los más jóvenes. Entiendo la necesidad de estar presentes. Ojalá algún día este medio en español pueda tener esa presencia. Pero ¿no sería mejor reservar unas páginas para hablar de lo que está pasando en la feria?. Sé que es una tarea titánica redactar, maquetar e imprimir en el día, pero es lo que da valor a lanzar tres números durante un evento, de lo contrario, haz solo uno o prepara una newsletter especial de la feria. Da mucha pena encontrar las revistas compartiendo espacio en las papeleras con vasos de café, servilletas y recipientes de cartón en los que hubo comida.

Primera nota gastronómica alemana

Hoy viernes he podido disfrutar de algo de comida alemana, unas currywurst en compañía de mi adorada Jacqueline, editora de Textofilia. Ha sido un placer ponerle cara (a Jacqueline, no a la currywurst), y me ha dado mucha pena despedirme de ella. Me llevo un regalazo, un libro de su catálogo, Tres cruces, de Alejandro Paniagua Anguiano, y la promesa de volver a vernos pronto. Pero antes, una promesa para ustedes, una entrevista con una editora mexicana en su primera Feria de Frankfurt. Volviendo a la currywurst, una salchicha en cachitos con una salsa de curry, me impresiona la eficiencia alemana en cosas ridículas. Me explico, en el puesto donde la compramos nadie nos dio un sobrecito de kétchup ni de mostaza, una enorme fuente con tres grifos y tres pedales actuaba como dispensador masivo de salsa reduciendo, de ese modo, nuestra huella ecológica, y la cola de pedidos.

El fútbol también tiene cabida en la Feria

Soy futbolero, lo confieso, y ante la perspectiva de un día donde las conferencias y eventos habían disminuido, cubrí el cupo asistiendo a una conversación con Aleksander Čeferin, presidente de la UEFA. Acostumbrado a verle en los sorteos de la Champions League su presencia me era cercana. La conversación estuvo bien, él habló sobre sus hábitos de lectura, la salud mental (algo que está muy en boga), y, por supuesto las relaciones entre el fútbol y la literatura.

Turismo en Frankfurt

Ya cansado y a punto de abandonar el recinto de la Feria me debatía entre conocer un poco la ciudad o descansar antes de la cena. Sin embargo, mis perspectivas nocturnas eran cenar un kebab en soledad. Pero, una noche más, Latinoamérica me ofreció un plan alternativo. Quedé a cenar en un restaurante tailandés con algunos componentes de la delegación colombiana, pero, para mi sorpresa, ya que llegué el último al perderme en el metro de Frankfurt, cené con una nutrida representación de editores de diversos países de Latinoamérica, Argentina, Bolivia, Colombia, Ecuador, Brasil, México… los participantes del Invitation Program de la Feria.

Dado que ya el plan turístico había quedado descartado decidí entregarme al placer de la buena conversación acompañada de una cerveza o una copa. Fernando, Emiliano, Óscar, Carlos, Germán… me hicieron sentir entre amigos de toda la vida y al salir del restaurante tailandés es donde entra en juego en la ecuación el bar que da título a esta entrada el CutreHof.

El CutreHof

Armand

Armand, propietario del CutreHof

En este diario ya hemos hablado del bar del Hof, el bar del hotel Hof donde se reúne lo más granado del panorama editorial para conversar, negociar y tomar copas por un valor que supera los 15 euros. Nuestro pecunio, nuestro estilo, y la distancia a la que estábamos nos hizo dejar a un lado los cantos de sirena del establishment editorial tradicional para ir en busca de un lugar donde poder tomar un trago. Tras una acalorada discusión en la puerta de un bar semivacío, poco iluminado y con una diana, sobre si era el lugar más adecuado para nosotros, nos decidimos a entrar. Las cervezas a tres euros cincuenta y una gramola digital donde poner música latina nos terminaron de convencer de que habíamos acertado. Las conversaciones sobre la edición independiente en Latinoamérica o el papel, a veces cuestionable, de las Cámaras del Libro, se entremezclaban con las canciones de Calle 13, Natalia Lafourcade, Soda Stereo o Rosalía. La noche iba animándose y al mismo tiempo decayendo para algunos. El cansancio y la necesidad de dormir antes de retornar a la Feria a las nueve de la mañana hizo mella en nuestro grupo, al que bautizamos como Publishers without shame, que fue menguando poco a poco. En determinado momento de la noche, en que la representación ya era exigua la puerta del que habíamos dado en llamar el CutreHof, se abrió y lo que sucedió a continuación les sorprenderá. Frente a nosotros una figura conocida, un nombre que todos ustedes reconocerán cruzó la puerta de ese local, otrora silencioso, Ruediger Wischembart apareció en escena para tomar una cerveza y se unió a nuestra charla.

Lo que pasó después de aquello quedará en la memoria de cada uno de los presentes. Un pacto de silencio nos une, un pacto y una promesa: Cada viernes de la Feria de Frankfurt nos reuniremos al anochecer en el CutreHof, cuya dirección permanecerá en el más absoluto secreto, porque la primera regla del CutreHof es que no se habla del CutreHof, aunque Armand, el dueño albanés se empecinase en que hiciéramos publicidad de su local.

 

 

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