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Columna: claves para la normalización, por Sofía Rodríguez

Columna: claves para la normalización, por Sofía Rodríguez

Sofía RodríguezLa normalización es uno de los muchos aspectos imprescindibles en la corrección y en la presentación de textos escritos en general. Básicamente, se refiere a la uniformidad de criterios que se aplicarán al revisar un texto en cuanto a la forma. Sofía Rodríguez nos da las claves para tenerlo en cuenta en los textos y en el estilo editorial.


La normalización es un proceso que consiste en estandarizar los usos lingüísticos, pero también el paratexto, definido por Alicia Zorrilla como «todo lo que no es el texto propiamente dicho; es decir, todo lo que no es contenido de la obra» (Zorrilla, 2014, p. 13)[1]; por ejemplo, las citas y referencias, los resaltes tipográficos, etcétera, que deben quedar de modo uniforme en todo el escrito, sea este una pieza publicitaria, un post, un libro, una tesis, etcétera.

La minuciosidad conduce a la normalización

Además de la revisión propiamente dicha, el cuidado de edición implica estandarizar acorde con las normas de estilo editorial, muchas veces registradas en manuales o libros de estilo. En estos se detallan las decisiones editoriales que regirán de modo obligatorio por el equipo editorial. Quien asume la corrección de estilo debe acatar esas normas y cuidar que no queden usos diferentes en el mismo texto; por ejemplo, en el léxico. Supongamos que se nombra al ave llamada colibrí en alguna parte del libro, pues debe cuidarse que siempre se mencione de esa forma y advertir si aparece picaflor. No debe darse por sentado que todas las personas conocen que se trata de la misma ave. Un descuido de este tipo puede entorpecer la lectura.

Un caso similar ocurre con el tratamiento de topónimos extranjeros, que se presentan como un problema, dado que la romanización no siempre es la solución. En La isla bonita, publicado en la revista Intercambios, de la División de Español de la American Translators Association, Oscar Carrasco describe cómo el topónimo Saint-Barthélemy convive con Saint Barths, San Bartolomé, Saint-Barth y St. Barth. Esta es una muestra más de que quien corrige debe estudiar y prepararse para resolver dudas y normalizar, como parte de su trabajo.

Cursivas y otros resaltes

El trabajo de corrección es integral; por eso, además de la revisión ortográfica, gramatical, sintáctica, léxica, textual y semántica, se pone atención a la ortotipografía. En este campo, un motivo de duda frecuente son los resaltes en general y las cursivas, en particular. Mi opinión es que cualquier elección será buena, siempre que prime la uniformidad. Si se decide resaltar las palabras irónicas en cursiva, no debe quedar ninguna en redonda o con comillas. Al respecto, recomiendo leer a Javier Bezos, quien nos brinda una guía muy útil en Texnia.

 ¿Qué hacer con las variantes ortográficas?

En el castellano coexisten parejas de palabras con el mismo significado que difieren por una o más letras (quizá, quizás) o por la tilde (periodo, período). En el mundo de la edición, debe optarse por una de ellas (ninguna mejor que la otra), dependiendo de la norma local, entre otros factores; por ejemplo, en América se preferirá video antes que vídeo. Es momento de anotar que el trabajo de normalización se apoya en el uso adecuado de herramientas tecnológicas, una labor imprescindible para garantizar que en un mismo texto no se lea psiquiatra y luego siquiatría o sicosis. Este grupo de palabras se escriben con s o con ps; ambas grafías se aceptan, pero hay que elegir una para lograr la coherencia en la escritura.

Palabras de acá y de allá

Aunque cada vez se habla más de un castellano internacional, es importante saber elegir entre maíz, elote, choclo y mazorca ―que se refieren al mismo concepto―, dependiendo del público al que va dirigida la publicación y mantener una sola forma. Quien se dedica al trabajo de corrección tiene que investigar, contrastar y constatar los usos léxicos para decidir y guiar al equipo editorial. Una vez, en un texto para niños peruanos, encontré: «No tomes agua del grifo«; y en otra parte decía: «Cierra el caño». Definitivamente, un problema, pues en el Perú se llama grifo al lugar donde se expenden combustibles, como gas y gasolina, palabra que no es equivalente a caño (llave que se abre para obtener agua).

Editar y corregir son labores que se complementan; en ambas recae mantener un uso lingüístico uniforme y la calidad de las publicaciones, pero quien corrige tiene, entre otras, la responsabilidad de lograr la normalización.

[1] Zorrilla, A. (2014). La arquitectura del paratexto en los trabajos de investigación. Fundación Litterae: Buenos Aires.


Sofía Rodríguez es una correctora peruana, apasionada por el lenguaje como forma de comunicación; cree que la escritura es un derecho y no el privilegio de un grupo de élite. Se formó en Lingüística, aunque toda su experiencia profesional se ha orientado hacia las publicaciones: escribe, corrige y edita; además dicta cursos y talleres. Es fundadora de la Asociación de Correctores de Textos del Perú (Ascot Perú). Vive en Lima, a orillas del Pacífico.

 

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