
"Aspiramos a ayudar a los editores a competir, y a luchar por el tiempo de ocio de los consumidores digitales"

Hoy al mediodía se ha presentado oficialmente Quantified Reading, la empresa española que ofrece productos y servicios a editoriales e instituciones educativas relacionadas con el análisis de la conducta de lectura. La presentación, que ha tenido lugar en el Frankfurt Edu Stage a las 12:30, ha estado marcada por el anuncio de que Hachette, una de las 5 editoriales más grandes del mundo, ha apostado por los servicios de Quantified Reading. En Publishnews hemos hablado con David Sánchez y Justo Hidalgo, fundadores de Quantified Reading, para que nos presenten su empresa y las ventajas que aporta a los editores. Hoy presentáis en Frankfurt Quantified Reading, pero la gran noticia es ir de la mano de una editorial del Big 5 como Hachette. ¿Esperabais que vuestra empresa contara con el apoyo de una compañía del tamaño de Hachette tan pronto? David Sánchez: Cuando construyes una propuesta que pretende aplicar las tecnologías de data science a un sector como este, es necesario dirigir tus primeros pasos hacia grandes editores con visión de futuro y una apuesta clara por la innovación. Es una gran alegría y un motivo de orgullo empezar a recorrer este camino con Hachette. Contádnos la historia de Quantified Reading. DS: Quantified Reading nace de aunar el diagnóstico que hacemos del proceso de transición digital en el mundo del libro con nuestro bagaje tecnológico previo en el ámbito de la integración de datos. En cierto modo, es una combinación bastante natural conociendo nuestra trayectoria personal. Poco más se puede decir de la historia de una compañía que acaba de echar a andar. Por todos es sabido que la información es poder, ¿son los datos de lectura tan relevantes para los editores? ¿Pueden estos condicionar la edición de libros? Justo Hidalgo: Vivimos en la era de los datos porque todos los dispositivos digitales que usamos diariamente dejan un rastro preciso y valioso. Esa información debe ser considerada un activo que es necesario acumular y utilizar para hacer las cosas mejor. Nuestra solución captura y procesa todos los eventos relevantes de la relación lector/libro durante las fases de descubrimiento ─qué hace o qué ayuda a que un libro sea elegido en una plataforma─ y lectura, completada con éxito o abandonada; y monitoriza el rendimiento de las mecanismos digitales que pueden aumentar la fidelidad (engagement) del lector con ese libro. DS: Se trata de dotarnos de herramientas para que las decisiones que tome un editor estén bien fundamentadas. La intuición del experto no va a ser suficiente en ningún ámbito empresarial. ¿Los estudios van a realizarse con libros que aún no han salido al mercado, a modo de estudio previo de mercado, o también con títulos que se encuentran ya en circulación? JH: La tecnología es independiente de a qué títulos se aplique, pero nuestro objetivo central es incrustar el valor de los datos en el flujo de trabajo de la editorial. No pretendemos crear dashboards bonitos para la dirección, sino ser útiles para un objetivo muy claro que es el de los editores: hacer cada vez mejores libros que seamos capaces de trasladar al máximo número de sus lectores naturales. ¿La privacidad del lector está protegida más allá de sus hábitos de lectura y la toma de decisiones o, por el contrario, vais a entrar en datos más personales, como lugares de lectura mediante geolocalización? JH: Insisto en que no se trata de ofrecer datos desnudos e individuales, sino de construir valor sobre esos datos. Todo comportamiento de un lector con su dispositivo puede ser objeto de monitorización, pero es importante destacar que solo serán usados para obtener resultados significativos desde el punto de vista estadístico que iluminen la toma de decisiones concretas. Y para eso no es necesario comprometer la privacidad de ningún lector. Buscamos insights, que es un término anglosajón muy ilustrativo para el objetivo que nos hemos marcado. Hablemos un poco de las personas que participarán de los estudios, ¿ellas van a saber que su hábito lector y su relación con cada uno de los títulos que lean van a estar siendo monitorizados? DS: Por supuesto, y no solo porque legalmente estamos obligados. La transparencia es esencial para construir relaciones de confianza con los lectores, y la visión con la que nace Quantified Reading exige ganarse esa confianza. ¿Cómo se seleccionan las muestras? ¿Las hacéis vosotros, las hacéis junto con el editor? ¿Los libros los ofertáis gratis? DS: Colaboraremos con los editores para identificar el target y los lectores a los que dirigirnos. En nuestra estrategia es clave seducir a esos lectores, obviamente estamos definiendo diferentes estrategias para incentivar la participación en los experimentos y la creación de comunidad. David Sánchez presentando Quantified Reading| © Divulgación Supongo que no tenéis capacidad de realizar mediciones en dispositivos como los e-readers de Kindle, Kobo, Apple… ¿Vais a disponer de una aplicación propia para realizarlos? DS: Nuestra solución tecnológica incluye apps que instrumentalizan la lectura (en todas sus formas, también audiolibros) para capturar los datos y poderles aplicar un potente aparato estadístico. Además, esa capa analítica podrá integrarse con otras aplicaciones de lectura que emitan los eventos que necesitamos para trabajar, lo que nos abre a posibles colaboraciones con otras plataformas digitales. En cualquier caso, el lector podrá participar desde cualquier dispositivo no propietario que permita instalar nuestra app (iOS o Android), y eso ofrece un abanico amplio de opciones. No debemos olvidar que trabajamos sobre muestras de usuarios. ¿El hecho de que ellos sepan que están siendo monitorizados no puede crear un sesgo en el estudio? DS: Ninguna captura de datos que se base en una muestra está libre de sesgos, pero si los conoces es más fácil desplegar estrategias para acotarlos. Además, este que apuntas no me parece decisivo: una vez aceptada la participación, la experiencia de lectura será absolutamente transparente. O sea, ¿no se trata de una monitorización invasiva? ¿Tiene el lector que interactuar con la plataforma para enviar sus datos y dar su opinión, o por el contrario el lector simplemente disfruta de la lectura y vosotros recopiláis los datos? JH: El usuario tiene que dar su conformidad para ser monitorizado, pero una vez hecho esto interactúa con la plataforma solo como lector, y la experiencia de lectura tiene que ser necesariamente excelente. Eso nos lleva de nuevo a hablar de engagement. Parte del diagnóstico que hacemos de los primeros años de la transición digital es que se ha pretendido trasladar a los nuevos soportes una experiencia de lectura idéntica a la del soporte papel. La relación lector/libro digital puede incorporar mecanismos de fidelización, o construcción de hábitos, que son cruciales y que deben personalizarse. La clave del éxito vuelve a ser medir, medir y medir, y ese es el camino que queremos recorrer junto a los editores que apuesten por nosotros. Es importante entender que esta cultura de la experimentación puede servir también para ganar espacios para el libro, para luchar por el tiempo de ocio destinado a la lectura en los dispositivos digitales. Anunciáis hoy vuestro acuerdo con Hachette, una gran editorial a nivel mundial. ¿Vuestra oferta va dirigida en exclusiva a grandes editoriales o tiene sentido en editoriales de tamaño medio? JH: Estamos obsesionados con que la solución sea útil para todos los editores que apuesten por la innovación, y no por la nostalgia. Ya estamos en contacto con algunos editores de tamaño medio, en varios países, pero es ahora con el anuncio en Frankfurt cuando iniciamos con intensidad la labor de comunicación. Más allá del puro interés en la toma de decisiones por parte del editor, ¿qué otras aplicaciones tiene vuestra propuesta en ámbitos como el académico, el lingüístico, correctores de texto y estilo…? DS: El ámbito educativo es claramente de nuestro interés, aunque es cierto que en muchos de esos entornos el salto a lo digital está lastrado por intereses creados y ventas cautivas. Para nosotros es evidente que monitorizar el comportamiento de los alumnos puede darnos pistas sobre la eficacia del propio aprendizaje, e inducir respuestas desde el propio libro digital, o desde el profesor, que lo acompañen adecuadamente y mejoren los resultados. Estamos seguros de que este mensaje calará, que vamos a encontrarnos con entidades educativas que busquen la excelencia y que vean en esta tecnología un factor de diferenciación competitiva. El año pasado Elena Neira hablaba en el Congreso de Barbastro de un mundo casi distópico en el que ya vivimos y en el que Netflix nos conoce mejor que nosotros mismos. ¿Vuestra propuesta replica el modelo de Netflix o, al ser una empresa independiente de los editores con los que trabajáis, vuestro trabajo no se ve tan destinado a que el lector consuma un determinado libro sino a darle herramientas al editor para saber cuál es el libro que escogerá el lector? DS: Hay varias diferencias relevantes: Netflix trabaja sobre los datos de todos sus usuarios, y con el objetivo evidente de disparar las horas de consumo audiovisual para minimizar el churn de sus suscriptores ─o sea, el % de usuarios que se da de baja cada mes─, sin importar qué serie o película ven. En nuestro caso, y partiendo del hecho de que son las grandes plataformas o retailers los que acaparan y controlan el rastro digital de los lectores, pretendemos servir de ayuda para trasladar ese valor a los que producen los libros. El desafío es complejo, y tiene muchos frentes diferentes, pero nuestros objetivos serán siempre los de los propios editores. O sea, ¿aspiráis a la mítica máquina de fabricar bestsellers? DS: No. Aspiramos a pequeños incrementos en las tasas de éxito de todas las decisiones editoriales: qué libro publicar, con qué portada o sinopsis, con qué mensajes comerciales o campaña de marketing, a qué segmento de lectores dirigirnos y con qué técnicas de engagement es más eficaz incentivar su lectura. Aspiramos a traducir todo esto en cifras de ventas. Aspiramos a ayudar a los editores a competir, y a luchar por el tiempo de ocio de los consumidores digitales. Las aplicaciones son diversas y van a proporcionar a los editores unos datos que, hasta ahora, en el mejor de los casos solo tenía el retailer. ¿Esperáis que muchas editoriales llamen a vuestra puerta tras esta presentación? JH: Hemos percibido mucho interés en las primeras conversaciones, así que somos optimistas. En cualquier caso, queremos cuidar mucho a quienes apuesten por nosotros. Este camino supone un cambio cultural en favor del dato y del valor de la experimentación. El aprendizaje será continuo y debe llevar a un cambio gradual de los procedimientos, por eso buscamos relaciones estables.