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AIs y tecnologías en la transformación del negocio editorial

AIs y tecnologías en la transformación del negocio editorial

«La digitalización del contenido editorial ya no puede tener como único destino su expresión multimedia e interactiva».


 Un artículo de Daniel Perera

Se ha desatado una agitación en torno a las AIs cuyo mejor paralelismo consiste en una manada de gacelas que huele a las leonas pero no puede verlas.

Las leonas están ahí, son reales. Igual que las AIs. Las gacelas saben que van a tener que correr, pero, ¿hacia dónde? Y la industria editorial del libro de texto también sabe que hay futuro, pero ¿en qué dirección? ¿Cómo encajar las AIs y la tecnología en su negocio? ¿Cómo monetizar las estrategias? ¿En cuáles invertir?

Se intuye claramente que las AIs más bien van a acabar con algunos empleos tarde o temprano y también que el negocio de los libros de texto va a transformarse pronto y rápido. Pero la educación permanecerá –como la sabana– en su sitio, de modo que las editoriales deberán pegarse aún más a ese terreno que va a mudar su vegetación a mucha mayor velocidad que en las últimas décadas. Y estas empresas pueden intervenir en ese cambio, ser las primeras o las últimas, participar o mirar. Sobrevivir o ser devoradas.

Sin embargo, siguen dormidas en los laureles de lo esencial: sus contenidos. Pues, ¿qué tienen en sus manos ahora mismo para afrontar un cambio? Artes finales, ya sea en papel o en formatos digitales. Contenidos formados en estructuras (libros, temas, ejercicios) que viven en formatos no intercambiables, datos que otros sistemas no pueden «entender» tal cual están. Demasiado grandes, demasiado aislados, mal caracterizados. Es una situación absurda: aquello que producen cada día no está preparado ni diseñado (con contadas excepciones) más que para ser vendido como un token. Y punto.

Muchas de las editoriales siguen empleando recursos humanos en vez de tecnología para destilar los contenidos de esas artes finales y darles otro cometido o usarlas como vehículo de servicios monetizables. Pero eso no es escalable en absoluto. ¿Así piensan abordar lo que etiquetan como «digitalización, inteligencia artificial, tecnología educativa»? ¿Con enfoques manuales?

Si tienes limones y te limitas a hacer limonada acabarás haciendo lo que todos los demás. Podrías producir artesanía con sus cáscaras, ambientadores, limpiadores, colorantes y aromas, aceites medicinales, cerveza michelada… Pero claro, ibas a necesitar algo más que un exprimidor. Mientras solo uses InDesign y un CMS o un LMS seguirás produciendo únicamente limonada. Mientras sólo dispongas de artes finales, únicamente venderás tokens digitales o en papel a alumnos, padres de alumnos o escuelas. Vas a poder escapar de las leonas únicamente si la mitad de tu propia manada no te adelanta en la huída.

Los que estamos en el sector de las editoriales de libro de texto ya no es que lo intuyamos, sino que vemos su transformación en empresas mixtas de tecnología como algo inevitable. Pero francamente… Por sus movimientos se diría que ignoran que su primer peldaño hacia otros mundos es la interoperabilidad de sus contenidos y su disponibilidad inmediata y efectiva. Aquellas que no puedan dar unos saltos muy grandes o extravagantes hacia otros negocios –sin riesgo de caer al vacío– no tienen otro camino, y si saltan igualmente… Acabarán siendo adquiridas en el mejor de los casos.

La digitalización del contenido editorial ya no puede tener como único destino su expresión multimedia e interactiva. Eso es un bocadillo suculento, pero nada más, y tarde o temprano (temprano, creo) empezaremos a ver alta cocina en el sector. Cada contenido debe poder ser usado fácilmente por una colección creciente de sistemas informáticos, incluso antes de adquirir sus formatos y destinos finales. Son los sistemas informáticos los que proporcionarán dinero a estas empresas. Y dichos sistemas no pueden disponer de cada contenido y sus componentes sin el uso de la semántica. Se requiere, pues, de sistemas de producción avanzados que puedan servir esos contenidos diarios a otros muchos sistemas con los que interactuar coordinadamente.

La mayoría de inventos que se produzcan en los próximos años alrededor de la enseñanza van a pivotar alrededor de un contenido debidamente identificado y caracterizado. Así, resulta paradójico que bien pocas editoriales de libro de texto estén pensando en gestionar este «pequeño» detalle, cuando el contenido es lo que se produce cada día y se trata del único activo que se tiene a mano para dar ese primer paso hacia otros modelos de negocio.

A día de hoy, incluso a los gurús del sector les cuesta dar recetas concretas sobre AIs o tecnología como vector de transformación del negocio editorial. En su lugar ensayan mensajes de calma y/o especulación, acaso porque su propio negocio orbita a cierta distancia del de los editores, acaso porque –como sucede siempre– los acontecimientos tienen lugar sin permiso, y nadie dispone de una bola de cristal. Pero a las leonas ya se las huele. Andan cerca y hay nervios, agitación.

Y yo pregunto: mientras asoma o no asoma el primer diente entre la hierba seca, ¿no valdría la pena ir dotándose de lo necesario para no quedar rezagados al cabo de esa inevitable carrera que se avecina? ¿Se puede planificar la reinvención, optimización y diversificación de un negocio empezando por lo vistoso, por la ficción, la casa por el tejado, en definitiva?

 

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