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¡Adiós, Misionero!

¡Adiós, Misionero!

Roberto Rivas, vendedor de libros apasionadoConocí a Roberto Rivas en Nashville en una conferencia de ventas de Thomas Nelson. Su fama llegó un día antes cuando Larry Down me contó la historia sobre el primer almuerzo de Roberto con el equipo cristiano de la compañía: ¡Él pidió una cerveza y escandalizó a todos! El chavo ya me ganó. Unos meses después, estábamos juntos en Nueva York para la BEA, la feria de libros estadounidense, Roberto, chipocludo que era, quería invitar a los queridos libreros guatemaltecos Jesus Chico y María Chico, de Artemis Edinter para cenar en el lujoso restaurante rotativo del Marriott Marquis. Por supuesto, él no tenía plata para esto, entonces me “invitó” a cenar también, pero antes pidió dividir la cuenta conmigo. La oficina de Brasil pagó la mitad de la cuenta… Años después, en algún momento de angustia personal con el estilo de servicio mexicano (igual al del Brasil), Roberto me enseñó la expresión “flojito y cooperando”. Quizás no es la expresión más hermosa del idioma de Octavio Paz, pero es perfecta para algunas situaciones en México. Una vez la utilicé con un taxista que me cobró la “tasa gringa” en Guadalajara y la cara del vato fue inolvidable. ¡No, un extranjero no puede saber y menos aún utilizar algo tan mexicano! Resulta que uno nunca olvida quien le ha enseñado palabras y expresiones claves en un segundo idioma. Así que, mientras resista la expresión frente a este mundo políticamente correcto, yo siempre recordaré a Roberto. Y, claro, en todas las ediciones de Guadalajara existían los famosos almuerzos de “Los Amigos de Roberto”, los miércoles de los profesionales en el restaurante, El Farallón de Tepic. Esta tradición no puede parar nunca. Y espero que en la próxima edición de la feria estemos todos ahí para un almuerzo más entre amigos unidos por la más pura amistad a Roberto. Entre los colegas de Thomas Nelson, especialmente con Larry Down y Tod Shuttleworth, yo siempre me refería a Roberto como “El Misionero” bromeando con sus formas poco cristianas (¡el chavo bebía cerveza en el almuerzo!) y por estar siempre viajando por Latinoamérica para vender libros. Adiós, Misionero. ¡Ya imagino el merequetengue que serán tus almuerzos en el cielo. Flojito y cooperando siempre, cabrón!

 

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